Para muchos el creer en Dios es „suficiente“, pero dejan en realidad todos creemos en nuestra propia versión de quien es Dios y nos casamos con esa versión, cuando en realidad Dios tiene un plan específico de lo que espera que no solo creamos, sino conozcamos de él, para que su efecto se haga patente en nosotros.
Si le preguntáramos a Dios (cosa que pocos hacen), él pretende que le pertenezcamos, es decir que tomásemos consciencia de su sacrificio y que entendamos el alto precio que fue pagado por nosotros, pero no porque Dios tenga problemas de auto estima y necesita validar su persona con nosotros, sino que cuando nos declaramos y posteriormente nos entendemos suyos, el efecto de este mundo deja de tener poder y autoridad sobre nosotros, dejamos de ser culpables incluso de nuestros pecados y errores y entramos en la dimensión del perdón absoluto y de la renovación de la mente, de manera que cada día nos comportaremos menos como el mundo y lo haremos cada día más como Yeshúa (Jesús) como nos lo ha prometido.
Es interesante el hecho de que ya no existe condenación para aquellos que hemos decidido entregar nuestra vida a Cristo y que hemos decidido dejar de vivir de acuerdo al efecto de la acción-reacción de este mundo, ya que todo ese tiempo que utilizábamos para vivir en condenación y pensando en aquello que hacíamos mal y que invertíamos en reflexionar en como ser mejores o ser menos imprerfectos, lo podemos usar para tantas cosas que Dios ha planeado para nosotros y que seguramente son más divertidas y entretenidas que estarse condenando todo el tiempo.
No podemos „medio“ pertenecer a Dios y tampoco podemos tener una relación con él a nuestro propio modo, no es que le quiera yo imponer un modo ó un estilo, sino que si lo hiciéremos de esta manera, lo primero que viene a nuestras vidas de manera constante es la culpa de haber podido hacer las cosas diferentes y siempre la traición de la consciencia quien nos delata para con nosotros mismos de todas las cosas que hicimos mal.
Sabe, le aseguro que Dios no tiene porqué engañarnos y no tiene porqué mentirnos, es por eso que nos dejó su palabra por escrito y promesas tan increíbles como la de hoy, ya no hay condenación para quien le pertenece, es decir, si nunca lo ha hecho, debería de hacer un ejercicio de oración y entregarse a usted mismo a él, dándole autoridad para trabajar en su identidad, en su carácter y en el efecto de todo lo que hace, ese simple ejercicio le liberará de la condenación y en la culpa de cada área en la que permita que Dios entre y se haga dueño y una vez que lo experimente, será imposible el vivir sin esa libertad que nos da ser propiedad de alguien que lejos de pedirnos ó demandarnos algo, lo dio todo por nosotros para que seamos plenos.