Es interesante observar que nuestro corazón es el centro de todo lo que nos sucede, tanto física como emocionalmente, es de donde se envían todos los recursos a nuestro cuerpo como a todas las acciones que realizamos día a día, es de donde se rige el curso de nuestra vida y aún sabiendo esto, en ocasiones no sabemos cuidar nuestro corazón de manera adecuada.
Si lo hablamos emocional y espiritualmente, el corazón es la fuente de aquello que sale de nuestra boca, así que es muy pero muy sencillo el evaluar la condición de nuestro corazón, si hablamos chismes, enojos, malas intenciones y cosas relacionadas a las acciones de otros, entonces estamos en la imperante necesidad de alimentar nuestro corazón con un poco, mejor dicho con un mucho de la palabra de Dios, la identidad del Todopoderoso y un poco de dirección, pues nuestro corazón está a punto de llevarnos a la deriva.
Es decir, de hablar mal, siguen las acciones por impulso y mal intencionadas, de ahí las acciones moralmente inadecuadas y de ahí simplemente seremos personas completamente ajenas a los valores de la sociedad y opuestos al estándar de vida de la Biblia, que es el estilo de vida que Dios espera que tengamos.
A lo mejor se lee muy exagerado, pero créame que no lo es, nuestro corazón es una de las cosas más frágiles que existen en el universo y a su vez de las más engañozas al grado que si dejamos que se alimente inadecuadamente nos puede cambiar la manera de vivir en segundos.
Es súmamente fácil que nos enganchemos en las realidades del día a día, es muy sencillo que cuando menos nos demos cuenta, ya estemos siendo afectados por factores ajenos y seamos víctimas de situaciones, hechos y comentarios que ni siquiera tienen que ver con nosotros e incluso tomamos partido al grado de apasionarnos por cosas que en realidad no nos interesaban ni incumbían, pero les dimos entrada en un lugar que no correspondía de manera que si no expresamos lo que sentimos, pareciera que nos podríamos morir.
Nuestro corazón es más delicado que nuestro cuerpo, no podemos ni debemos alimentarlo con cualquier cosa, de ser posible, debiéramos planear con qué lo alimentamos, la verdad es uno de los mejores alimentos que puede tener, pero ojo!, la realidad cruda no es sinónimo de verdad, la verdad tiene una característica absoluta y rotunda, mientras que la realidad tiene muchas aristas ó bien puede ser interpretada de diferentes maneras, es por eso que debemos de buscar la verdad como alimento de nuestro corazón.
Un corazón mal alimentado puede y corre el peligro de hacer cosas por impulso y cometer actos que no mida en términos de sus consecuencias y vive constantemente arrepentido de sus acciones, acosado por la culpa y el remordimiento, es como aquel que come mal y alimenta de manera errónea su cuerpo y vive atado a las consecuencias de sus actos al grado que vive en constante incomodidad digestiva.
Si usted se pregunta qué es la verdad y cómo prepararse para alimentar su corazón de manera adecuada, es sencillo, tome su Biblia y léala, si no entiende algo, tome ventaja de la tecnología, existen miles de páginas y cientas de aplicaciones en su celular ó tableta donde puede consultar las diferentes versiones y traducciones de la Biblia y consulte ese pasaje que no entiende, cuando vea las diferentes traducciones encontrará una que haga sentido en su corazón y en su mente y entenderá el propósito de Dios en esa cita para ese momento clave de su vida y dejará que esa verdad haga estragos y tenga efectos en su corazón que le transformarán de regreso a su identidad a la imagen y con la capacidad de expresar el carácter de Dios “semejanza” y podrá caminar confiado y con libertad por la vida, si no me cree, le reto a probarlo.