Para muchas personas la fe es el creer que Dios tiene cuidado de ellas y que todas las cosas que les pasan tienen un propósito, y también suelen creer que Dios es alguien que está todo el tiempo actuando detrás de bambalinas mientras tratamos de hacer una vida “normal” y no religiosa.
Si embargo, la Biblia nos dice (Hebreos 11:1) que la fe es la certeza de lo que esperamos y la convicción de lo que no vemos, por tanto hay que preguntarnos todo el tiempo qué es eso que esperamos y qué es eso que no vemos, que ciertamente no tiene que ver con los deseos de nuestra carne, ni tampoco con las cosas que nos aquejan ó nos hacen sufrir, sino con el cumplimiento de la palabra de Dios, eso es específicamente lo que esperamos y lo que no vemos.
Cuando empezamos a caminar en fe, es decir, cuando dejamos de caminar erráticos y dejamos de pensar que las cosas suceden “por algo” y empezamos a creer más en la palabra que en lo que sentimos, toda la Biblia empieza a cobrar sentido, pues si entendemos las cosas como Dios las entiende, Él no nos revelaría nada a menos que tuviera un sentido en nosotros, si no perseguimos su voluntad, para qué revelárnosla?, como bien dice la Biblia misma, para qué dar perlas a los puercos?, ahora tiene sentido?
Así es como desatamos el poder de Dios en nosotros y en todo lo que hacemos, cuando empezamos a creer más en la palabra de Dios que en lo que pensamos, sentimos ó necesitamos, aún cuando el efecto en apariencia fuera el mismo.
Le voy a poner un ejemplo para que le quede más claro, en muchas ocasiones los problemas y las dificultades llegan a nuestra vida, y es una reacción natural en nosotros el pedir a Dios que esto pase y deje de estar ahí y lo hacemos por la sencilla razón de que no nos gusta estar incómodos y no nos gusta sufrir, y vemos como respuesta de Dios el que esto se vaya y deje de estar ahí, lo ha pensado?
Pero solo el hecho de no estemos incómodos y el que nos suframos no es motivo suficiente para que Dios intervenga en nuestra vida, eso carece de valor y de profundidad, pero si nos permitimos creer en citas como la de hoy, podremos entender cómo aún los problemas y las dificultades tienen el propósito de la gloria de Dios, entonces todas nuestras dificultades serán pasajeras y tendrán poca duración, pues perseveraremos más en que Dios se glorifique en ellas que en el dolor y el sufrimiento que pudiésemos estar experimentando.
Ahora bien, cómo se glorifica Dios en una situación?, sencillo, cuando nos permitimos que sea Él el dueño de toda circunstancia, es decir, cuando buscamos no solamente que Él intervengan sino cuando le damos la libertad de que nos hable acerca de ese problema, cuando le damos chance de que nos revele su propósito, cuando nos damos la oportunidad de que su carácter sea forjado en nosotros y luego que dejemos que Dios lo resuelva y le demos crédito por ello, pero no a ciegas, sino observando y entendiendo su específica intervención, que es algo que en raras ocasiones hacemos.
Dios no se va a glorificar sino hasta que sea identificado y reconocido por cada acción que lleve a cabo en nosotros, pero empezando por habernos transformado (ojo, transformado y no cambiado), de manera que esa situación haya dejado de ser solo “por algo” y haya cumplido un propósito específico, el cual entendamos, al grado que no tenga porqué repetirse y no tengamos que pasar por la misma situación de nuevo, eso es gloria para Dios.
Si no, para qué tendría Dios que sacarnos de nuestros apuros económicos?, si a cada rato nos meteríamos de nuevo en el mismo problema?, para qué habría que intervenir Dios en nuestras relaciones amorosas, si nos casamos y nos divorciamos constantemente?, para qué habría Dios de sanarnos, si no tenemos consciencia de nuestro cuerpo y no lo cuidamos, tiene sentido lo que le digo?