En muchas ocasiones no terminamos de entender qué es lo que tenemos que hacer para que Dios termine de hacer aquello que esperamos, aquello que oramos ó bien aquello que nos ha prometido, ya sea por medio de su palabra ó bien por medio de alguna profecía que haya hecho llegar a nuestros oídos y por tanto aprendemos a conformarnos al pensar que Dios por algo hace las cosas ó bien que no es el tiempo adecuado para ello, pero en pocas, en realidad en muy pocas ocasiones nos hemos puesto a reflexionar que nuestro corazón pudiera no estar en la condición adecuada para ser parte del milagro de Dios.

Debemos de entender esto, Dios es santo, es decir, no hay mancha en Él y por tanto podemos también entender que Dios no cohabita con el pecado, con la inmundicia, es más con la tristeza misma, Dios es un Dios de plenitud y es justamente eso lo que pretende compartir con nosotros de modo que debemos de perseverar en esa plenitud y no conformarnos con menos cuando vayamos a su presencia ó pensemos en interactuar con Él.

Muchos usan como pretexto el hecho de que Dios está en todos lados, pero sabe, a pesar de que Dios ciertamente está en todos lados, no se manifiesta en todos lados y aunque anhelamos su presencia, de qué nos sirve esta sin su manifestación?

Lo podemos entender de la siguiente manera, es como casarse y nunca dejar de ser más que amigos, nunca ser más allá de compañeros de casa, pues no hay intimidad entre ellos, justo de la misma manera nos sucede cuando estamos en el mismo lugar donde Dios está, pero no hacemos ni buscamos lo mismo que Él busca.

También muchas personas se escudan en el hecho de que Dios las ama, pero sabe, Dios ama a toda la humanidad, al grado que dejó escrito en su palabra que es su anhelo que nadie, absolutamente nadie se pierda y pretende pasar la eternidad con todos, también con aquellos a quienes usted y yo consideramos malos ó poco dignos de su presencia, lo había pensado?, su hijo se colgó en la cruz y derramó su sangre por todos, de modo que Dios le ama tanto a usted como a cualquier otro, lo cual no demerita su amor, pues nos ama a todos como únicos, pero la parte que nos toca es aceptar ese amor de manera consciente y corresponderlo de la misma manera, no es suficiente el solo sentirnos amados, sino amar de regreso con intensidad, con entrega y con gran consciencia.

De modo que es nuestro trabajo el buscar tener intimidad con Dios, no solo por ser “buenos”, sino porque en ese lugar de intimidad, es donde suceden las cosas asombrosas, aquellas cosas que que nos alinean con el propósito perfecto de Dios, el cual estableció para nosotros desde un principio y que no cambia.

increíble, no?, por tanto es necesario que estemos pasando por un constante proceso de purificación, no donde nos sintamos mal a causa de nuestro mal comportamiento, sino donde nos sea revelado de parte de Dios su posición ante el pecado y nazca en nosotros ese celo por las cosas santas y las cosas correctas de acuerdo al Reino de los Cielos y no solo de acuerdo a nuestra opinión.

El purificarnos no tiene que ver con el hecho de confrontarnos con nuestro pecado solamente y reconocer que hemos fallado, también tiene que ver con el hecho de ser expuestos a la palabra de Dios y puestos en contacto con ese plan perfecto donde nos sea manifestado el hecho de que Dios planea que seamos parte del plan como actores del mismo y no solo como espectadores, donde seamos nosotros parte del plan y no el objeto del plan, donde nos permitamos ser usados más allá de nuestra comodidad y llevados a un nivel que nos permita dar de lo mucho que hemos sido hecho partícipes.

Ir a la presencia de Dios no es cualquier cosa, requiere de apartar un tiempo, de hacer una cita divina, de prepararnos y tener un acuerdo previo con Dios, para que no tengamos que parlotear cosas repetitivamente pues no sabemos que decir, sino que vayamos a la presencia de Dios a discutir asuntos importantes para la eternidad y seamos hechos parte de los planes perfectos de Dios, no le emociona?

Me puede fascinar la cita de hoy, donde Josué anuncia al pueblo el hecho de que Dios iba a hacer maravillas, pero que requería de pureza de corazón para tener el terreno perfecto para manifestarlo.

Ahora pues, le pregunto, está usted dispuesto y listo para que Dios haga maravillas en medio de su entorno y de usted?, está listo para purificar su manera de pensar y de actuar?

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *