Es interesante que muchas personas suelen llamar a las cosas de Dios “asuntos espirituales” y las cosas del mundo “asuntos seculares” y no es importante si usted nunca ha escuchado este término, sino es importante que las personas todos el tiempo quieren separar una cosa de otra y es por ello que batallan tanto con las cosas del mundo pues aunque quisiéran manipularlas no pueden, aún cuando intentan por lo que entienden como “medios espirituales”.

De hecho, si lo piensa, nuestra oración trata todo el tiempo de todas esas cosas naturales que quisiéramos cambiar y lo queremos hacer por medio de las cosas sobrenaturales una vez que intentamos en muchas ocasiones por medio de nuestras propias fuerzas y no pudimos.

El error está en querer separar las cosas, la Biblia habla de que aquellos que hemos confesado a Yeshúa (Jesús) como nuestro Señor y nuestro Salvador, hemos cambiado de naturaleza, ya no somos de este mundo y por ende ya no somos sujetos a los asuntos de este mundo, aunque habitemos en el, de modo que ahora es nuestro papel el movernos en los ámbitos espirituales, los cuales dominan y prevalecen por encima de los naturales, siempre ha sido así y siempre será de esta manera, lo natural obedece a lo espiritual.

Si no le queda del todo claro este pensamiento, solo debe de remontarse al principio de la Biblia, donde Dios Espíritu hablaba a la creación y esta simplemente sucedía, por medio de la palabra hablada en el Espíritu, fue la tierra y los cielos, la luz y la oscuridad, las plantas que dan semilla y así sucesivamente.

Es por eso que Yeshúa (Jesús) era tan claro y tan específico en sus enseñanzas, pues el viene de ese lugar donde lo natural obedece a lo espiritual, pues esa es su naturaleza y esa es la manera en la que él está acostumbrado a ver que sucedan las cosas, y es por eso que con tanta naturalidad afirmó la cita de hoy.

Todos hemos escuchado la cita de hoy en alguna ocasión y todos hemos tratado de imaginarnos cómo es que pudiéramos hacer que nuestra fe se incrementara al tamaño de una semilla de mostaza, pero pocos se han puesto a pensar en el plano desde el cual Yeshúa (Jesús) hablaba, es decir, que su posición y su postura eran desde el Espíritu.

Actuar y habitar en el Espíritu es mucho, pero mucho más sencillo de lo que piensa, no es algo complejo y no es algo que tenga muchos requisitos, lo que sí, es que es un ejercicio de consciencia y requiere de mucha práctica, es el tener los principios del Reino de Dios por delante de lo que nuestros ojos nos muestran, es el creerle más a la palabra de Dios y tenerla siempre presente, por encima de las circunstancias y tiene que ver con el tener la intención de escuchar a Dios por encima de nuestros propios pensamientos e ideas, cabe mencionar que éste último punto tiene que ver con el estar dispuestos, más que con el querer y el poder.

Entonces, cómo comienzo a ubicarme en el plano espiritual?, es sencillo, deje de orar cuando usted pueda y dedique un tiempo a Dios, de preferencia en la mañana y en un horario en el que no esté usted acostumbrado a hacerlo, de esta manera entrará en la consciencia de que está en contacto con Dios y no está haciendo algo por rutina.

Segundo, separe un tiempo con Dios, haga una cita y no se esfuerce demasiado, tome un tiempo para escuchar y si no escucha nada, ponga música instrumental (dedicada a Dios, no cualquier música) y aprenda a percibir su presencia, deje que él lo llene todo y que ponga en usted esa alegría y esa paz que nos promete.

Tercero, no pida, lleve a la presencia de Dios sus dudas, sus enojos, sus frustraciones, pero déjelas ahí, entréguelas, déje que Dios le llene, le sane, le restaure y le de paz.

Cuarto, lea su Biblia, ahi es en donde está la diferencia entre nuestros propios pensamientos y la voz de Dios, solo por medio de la palabra reconoceremos la voz de Dios.

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Un comentario

  1. Antonia

    Excelente reflexión y muy profunda, la verdad es que estar en constante comunicación con Dios no se puede comparar a nada en este mundo y practicar su palabra hace una gran diferencia entre el conocer la palabra y vivirla.

    Gracias por cada palabra plasmada en sus reflexiones y series.
    Dios siga bendiciendo su vida abundantemente.