Hay temas en los que me gusta insistir cuando se trata de asuntos de fe, y uno de esos temas es el orden de Dios, sabe por qué? porque el orden es la llave de la bendición, si no hay orden, la bendición simplemente no tiene el ambiente propicio para suceder.
Es como cuando hay una boda, un cumpleaños ó cualquier tipo de celebración lo ha pensado?, siempre es más fácil entrar en un ánimo festivo cuando el ambiente es el adecuado, la decoración, las personas cercanas al ó a los festejados, los regalos y la comida, parecieran detalles pequeños, pero si lo pensamos detenidamente, son trascendentales para una buena celebración, así como lo es el orden para la bendición.
Por tanto es importante el entender que en la Biblia las cosas están escritas en el orden necesario para asegurar el efecto que la misma dice y debemos de observar y acatar dicho orden para poder ser parte del efecto que la misma promete.
Y sé que para muchos será de cierto modo controversial, pero la cita de hoy habla de ese orden, pues hay cosas que Dios dispuso como el bautizo, pero no como un acto “mágico” ó “ritual”, sino como un acto que viene a causa ó consecuencia de un acto ó hecho previo.
Si lo nota, en todas las versiones de la Biblia lo dice igual, 1.- vayan y hagan discípulos, 2.- bautícenlos, es decir no podemos bautizar a alguien que no ha sido discipulado, no podemos pretender que el efecto y las promesas del bautizo sucedan en alguien que no ha sido llevado a la consciencia necesaria para recibir tal efecto.
No es que seamos preparados para ser bautizados, sino que debemos de ser conscientes de lo que significa bautizarse, el bautismo es una tradición judía antigua, que denomina la necesidad de un cambio de estado, un discípulo era bautizado en un río de aguas corrientes en un acto donde el aprendiz era sumergido por el maestro y salía en calidad de maestro a la vez, es decir, dejaba su identidad de aprendiz ó discípulo en el agua y salía con una identidad renovada, pero el tiempo que había pasado en su tiempo de discipulado era el fundamento para que este cambio de identidad pudiese llevarse a cabo y tener un efecto duradero.
De la misma manera sucede en nuestra vida de fe, el libro de Apocalipsis nos dice que hemos sido llamados a ser Reyes y Sacerdotes, pero esto nos indica que no podemos ser sacerdotes, si no hemos sido transformados en personas de dominio e influencia, por tal debemos de dejar ser transformados por Dios previamente en reyes, antes de pretender ser sacerdotes de una palabra que no dominamos, entiende el sentido de ello?
Imagine cuantos malos entendimientos, cuantas manipulaciones y cuantos errores hubiésemos podido evitar si nos enfocaramos tan solo en observar el orden de Dios.
Piénselo, a lo mejor usted no ha tomado la decisión de bautizarse como Dios lo enseña, como Yeshúa (Jesús) lo anima, porque no ha visto la necesidad, pero quizá tiene que ver con el hecho de que nunca ha sido discipulado adecuadamente y no ha habido el ambiente necesario y pertinente en su corazón para hacerlo.