En muchas ocasiones nos esforzamos por ver a Dios “cerca” de nosotros, como si esto fuese una señal de aprobación hacia nuestro estilo de vida ó bien un buen augurio de lo que está por venir, pero sin darnos cuenta, dejamos de ver que el objetivo de Dios no es estar cerca de nosotros, sino habitar en nosotros, lo cual es muy diferente, pues al estar cerca de Dios disfrutaremos de las cosas que Él hace, pero al estar dentro de nosotros, seremos parte de su plan y ejecutores de su voluntad, lo había pensado?
Existe un principio que comparto constantemente con quienes convivo, y ese principio se basa en el hecho de que ya no hay nada que Dios pueda hacer por nosotros, pues ya lo hizo todo, ya dio su vida por nosotros y ya nos garantizó la eternidad, es decir, ya perdonó todos los pecados que aún no cometemos incluso y ya padeció por las enfermedades que aún no nos afectan, increíble, no?
De modo que lo que nos resta es el entender que ahora es parte de nuestra responsabilidad el que Dios lleve a cabo la siguiente parte de su plan por medio de nosotros y para eso es necesario que le abramos un espacio en nuestro corazón y le permitamos a ese Espíritu Santo quien no es una paloma, sino la tercera persona de la identidad de Dios y es la parte funcional de Dios y que expresa su poder en nosotros, que actúe por medio de nosotros.
Recuerde que no fuimos diseñados para habitar en este mundo, sino para conquistar este mundo y posteriormente regresar a la eternidad a la presencia del Todopoderoso, yo lo interpreto de la siguiente manera, por mi trabajo viajo toda y todas las semanas, pero no vivo en esos lugares que visito y no es mi papel hacerlo, es mi papel el hacer negocios y ser exitoso en esos lugares para posteriormente regresar a casa los fines de semana a disfrutar los frutos de mis viajes y mis esfuerzos previos.
De esa misma manera sucede en nuestra vida de fe, hemos sido enviados al mundo a conquistar a ese mismo mundo y con la intención de establecer el Reino de Dios, pero no tenemos que esperar a morir para ir a esa eternidad de la que la Biblia nos habla, sino tenemos la oportunidad de vivirla en esta vida, en este tiempo y desde el punto donde estamos, solo que para ello el estar cerca de Dios ó que Él esté cerca de nosotros, no es suficiente, sino que necesitamos que Él more en nosotros y no solo eso, sino que se manifieste en nosotros.
Recuerde que esa fue la diferencia entre Yeshúa (Jesús) y los Judíos de su época, ellos buscaban estar cerca de Dios quien había dejado de manifestarse y Él procuraba que habitara en Él y se manifestara, eso es lo que hizo que su ministerio fuera tan poderoso y a su vez hiciera enojar a los judíos al grado de crucificarle.
Y eso es lo que nosotros debemos de perseverar, no el que nos crucifiquen, sino el dejar de buscar las manifestaciones externas de Dios y procurar que nuestro interior sea transformado por Él de manera que esa transformación interior no podamos evitar que transforme nuestro exterior y nuestro entorno.
De modo que dejemos de pedir cosas y habitemos en ese ambiente donde los recursos nos son ilimitados, pues el mundo está a nuestra disposición para extender el Reino, donde dejemos de pedir, para convertirnos en la respuesta a las oraciones de las personas y donde seamos cada día más como Dios y menos como el mundo, es decir donde esa excusa de “soy solo un ser humano” pierda validez y seamos no solo seres humanos, sino verdaderos hijos de Dios que conocen y llevan a cabo su voluntad, cómo ve?