Muchas personas suelen creer muchas cosas acerca de Dios, entre ellas hay quienes aseguran que Dios no les escucha y por tanto no les responde, pero esto tiene más que ver con su propia circunstancia que con la identidad de Dios, pues hay veces que Dios no es que no escuche sino que espera el momento y la condición propicia para glorificarse y dejar por sentado que es Él quien merece el crédito por lo sucedido.
Piénselo de esta manera, Dios solamente hace cosas eternas, trascendentales y de gran impacto, por ello necesita que no solo le reconozcamos a Él como interventor de nuestra condición, sino que valoremos lo que hizo y no lo menospreciemos.
Existen personas que oran por sanidad y cuando son sanadas, olvidan quien los sanó y descuidan su cuerpo de nueva manera y vuelven a enfermar, esto es un agravio al cielo y es considerado como menosprecio a la sangre de Cristo, pues no entendemos que su sangre fue derramada por nuestra vida para que esta no fuera solo pasajera ó a lo mejor buena, sino para que fuera gloriosa.
De esa misma manera podemos entender que Yeshúa (Jesús) no haya escuchado las súplicas de las hermanas de Lázaro para venir en su auxilio, pero note esto ellas creían más en la presencia física de Yeshúa (Jesús) que en su identidad celestial, no se ha puesto a considerar al Centurión quien reconoció el poder de Yeshúa (Jesús) quien le dijo algo así como “no es necesario que vayas a donde mi siervo enfermo, mi casa no es digna de ti, con que confieses con tu boca su sanidad será hecho” (Mateo 8:8).
Pero cuando Yeshúa (Jesús) fue a donde Lázaro, aseguró hacer lo que nadie más podría hacer y aseguró que el testimonio de Lázaro trascendiera las generaciones hasta la eternidad, pues todo lo que debía de hacer era declarar con su propia boca la vida de Lázaro y éste se levantaría.
Por tal podemos entender que no es que Dios no nos escuche, sino que en ocasiones 1.- pedimos cosas que van en contra de la gloria de Dios ó 2.- no hemos propiciado el ambiente para que Dios se glorifique en medio de aquello que pedimos ó esperamos.
Note cómo Yeshúa (Jesús) mismo confiesa al Padre y le dice “yo sé que tu siempre me oyes” y como aclara “pero hoy lo haré en voz alta para que los que me escuchan crean”, nos está confirmando que no hay oración que hagamos que no sea atendida por Dios, pero que si somos lo suficientemente pacientes y con esto no me refiero a esperar, sino a nuestra disposición a escuchar, podremos escuchar a Dios y podremos oír de su boca las cosas que habremos de decir y hacer para asegurar su efectiva intervención en todas las situaciones de nuestras vidas.
También es importante entender que nuestro famoso “si Dios quiere” no aplica, pues entonces estaremos ignorando que Dios ya quiso, pues ya se colgó en una cruz y ya derramó su sangre por todos nuestros pecados, enfermedades y problemas, aun los que no cometemos y que aún no suceden, de modo que todo lo que debemos de hacer es guardar silencio, confiar en su palabra y perseverar en su presencia de modo que todo sea solucionado de acuerdo a la promesa que nos fue hecha y no a la particularidad de nuestra condición, le hace sentido?
Por lo que le dejo hoy con esta cita, de ser posible, lea toda la historia de Lázaro y su resurrección, encontrará la fascinante personalidad de Dios expresada en medio del enojo y la confusión de las personas y aún así siendo ese Dios dulce y paciente que sigue estando dispuesto a hacer todo por nosotros a pesar de haber dado ya su vida para asegurar nuestra eternidad.