En ocasiones solemos pensar que usar malas palabras ó bien referirnos mal de alguna persona cuando no está presente no tiene ningún tipo de consecuencias, es más solemos decir que es parte de nuestra personalidad y que no podemos evitarlo e incluso preferimos pensar que las personas nos tienen que aceptar tal como somos, ya que pensamos que no lo hacemos con intención, pero ha pensado cómo se entiende esto desde el flanco de Dios?

La Biblia nos dice que la boca no habla de otra cosa que ni abunde en el corazón es decir de acuerdo a aquello que hayamos decidido guardar en nuestro corazón, será lo que salga de nuestra boca.

De modo que podemos entender que aquel que habla de manera ofensiva ó con maldiciones no es más que una persona que ha sido herida y tiene necesidad de desquitarse por lo que siente y de defenderse por lo que le pudieran hacer, es una persona que tiene una gran necesidad de encontrar su identidad en su Creador y ser restaurado a la imagen y semejanza de Dios.

Pero sabe, Dios lo planeó de una manera muy distinta, no estamos aquí para defendernos, ni para desquitarnos, tampoco para ser reservados y mucho menos víctimas de nadie, Dios nos hizo a su imagen y con la capacidad de expresar su naturaleza (semejanza) para que pudiéramos actuar como Él lo hace, y una de las cosas más asombrosas que tiene el carácter de Dios es que siempre tiene algo que dar y siempre está dispuesto a dar y es eso mismo que desea de nosotros.

Pero, cómo dar algo que no tenemos?, cómo hacer para pasar por encima de las ofensas, las malas intenciones y las traiciones de los demás?, es por eso que nos están necesario pasar por el proceso de Efesios 4:23, es decir tenemos que darle oportunidad al Espíritu de Dios que cambie nuestra manera de pensar y que nos permita entender las cosas que Él entiende.

En mi personal opinión y algo que he aprendido a lo largo de mi caminar en Cristo, es que el Espíritu de Dios nos recuerda que somos inofensibles es decir, somos inmunes a la opinión y a las acciones de los demás, siempre y cuando estemos en Él, es decir, nuestra intimidad de Dios debe de llenarnos de la identidad de Dios mismo, nos debe de recordar quienes somos y nada de  lo que pase a nuestro alrededor puede afectar esa identidad que depende de Él y que nosotros la creamos y no de los demás que puedan hablar por los motivos que ellos quieran ó entiendan.

De esa manera aprenderemos que aún a quienes se identifiquen como nuestros detractores tenemos algo que darles y una oportunidad de cambiar no solo su opinión de nosotros, sino la visión de cómo y porqué actúan de la manera que lo hacen.

La Biblia nos dice que en nuestras bocas tienen el poder de dar vida ó de dar muerte, por ello el hablar con malas palabras ó cualquier tipo de maldición no es otra cosa que el desperdiciar el mejor de los instrumentos que Dios nos dio, nuestra boca que tiene no solo la capacidad de bendecir sino de transformar nuestros entornos y la vida de quienes nos rodean.

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