Hay pecados que se cometen por ignorancia, pues a veces (más seguido de lo que imaginamos) pretendemos que Dios se haga a nosotros y no nosotros a Dios cómo Él lo planeó, lo ha pensado?
Es justamente por eso que existen tantas versiones de vírgenes y de cristus (con el respeto a quien decida creer en ellos), pues es una necesidad de justificar su vida, su manera de pensar y su manera de vivir, pero Dios nos dice que Él es uno, más importante nos dice que no cambia y que siempre será el mismo, eso lo asegura y lo repite a lo largo y ancho de su palabra con la intención de que podamos crecer hacia ella y con ello ser transformados de regreso a la imagen de Él y vivir como lo planeó desde un principio (Gen 1:28).
De modo que cuando hacemos las cosas según nuestro entendimiento (a pesar de que en la mayoría de las ocasiones es con buena intención), podemos incurrir en el mentir y no porque nos interese contradecir a Dios ó engañar a alguien, sino hablamos a nombre de nuestra fe ó a nombre de Dios en cosas que esperamos que sucedan pero que no tenemos constancia ó peor aún, solemos dar la autoría a Dios de cosas en las que no intervino y decimos a las personas “Dios por algo hace las cosas”, siendo que nunca fue parte del acontecimiento en referencia.
Dios es un caballero y no interviene donde no se le invita y donde no existe el ambiente propicio para su intervención, Dios es santo y requiere de santidad, cuando esto suceda, su participación es inevitable y su huella es más que evidente y tangible, Dios no hace cosas a medias y no calla “por amor”, basta con leer su palabra para diferenciar la realidad el mito y entender el carácter de Dios, por ello es delicado cuando hablamos cosas que no nos constan de Él.
Piense esto, quien conoce personalmente a Dios, antes que nada le teme (temor tiene que ver con saber lo que va a pasar, mientras tener miedo tiene que ver con no saber lo que va a pasar), es por eso que la Biblia asegura sabiduría a quien teme a Dios (Proverbios 1:7), pues quien conoce a Dios, entiende la profecía y la procura, habla la verdad del Cielo y no la buena intención de la tierra, pues la profecía asegura la voluntad de Dios, mientras la buena intención duda de qué se puede tratar aquello que habita en el corazón del Todopoderoso.
Cuando el Espíritu de Dios mora en nosotros, lo primero que hace es cambiar la manera en la que pensamos (Efesios 4:23) de modo que dejamos de anhelar cosas buenas y empezamos a pretender ser parte de un Reino, donde nuestras acciones particulares son parte esencial de un todo y de un efecto eterno y no solo pasajero, de modo que aún lo que hablamos cambia de sentido y cambia de efecto, pues cada palabra tendrá el mismo sentido que tomaban las palabras de Samuel el profeta, que tenían el total y absoluto respaldo de Dios.
La cita de hoy no habla acerca de mentirnos los unos a los otros, esto no dejará de ser a menos que dejemos de mentir acerca de las cosas realmente importantes y acerca de las cosas que Dios habla, cuando hablemos las verdades de Dios, ningún tipo de mentira tendrá cabida en nuestra boca, no cree usted que es tiempo de empezar a pedirle a Dios que cambie nuestra manera de pensar?