Tener fe es una de las cosas más sencillas que existen, pero a la vez es uno de los retos más trascendentales para cualquier persona, pues significa dejar de pensar como pensamos y dejar de actuar como actuamos y adoptar los pensamientos de Dios y empezar por el reposar antes del actuar.

No me deja de maravillar cómo es que solemos hacer muchas cosas al revés todo el tiempo y sobre todo en temas relacionados con la fe, normalmente cuando pensamos en los asuntos de Dios, siempre pensamos en que “hay mucho por hacer”, siendo que Dios comenzó la Biblia mostrándonos exactamente lo contrario, lo había pensado?

Si lo recuerda, Dios comienza el relato de la Biblia (el cual no nos enseña otra cosa que el carácter de Dios) describiendo cómo el primer día hizo los cielos y la tierra, luego hizo la luz y la separó de la oscuridad y así sucesivamente, esto le tomó 5 días y cuando la tierra estuvo lista y completamente equipada, se tomó un día entero en crear al hombre, al cual hizo de manera especial, a su imagen y con la capacidad de expresar su naturaleza (semejanza) y con su aliento de vida (espíritu) de modo que pudiera hacer lo que Dios hace y luego lo invitó a compartir con Él el séptimo día en el cual Dios descansó, es decir, Dios hizo el trabajo pesado y luego habiéndolo terminado creó al hombre para que lo disfrutara junto con Él, no lo puso a trabajar, no le puso condiciones, no le exigió una santidad ni un estilo de vida, lo creó perfecto para que pudiera reposar junto con Dios.

Más delante, ese mismo Dios, envió a su Hijo, pues sabía que el hombre al que había creado en el Edén se había corrompido, estaba afanado con ser “bueno” y se había olvidado de su imagen y su semejanza con Dios, de modo que se había hecho fariseo y religioso, es decir, se había llenado a sí mismo de reglas y leyes las cuales le eran imposibles de cumplir y solo pasaba el tiempo pensando en todo lo que no era y lo que le faltaba por hacer, de modo que ese Hijo vino, puso el ejemplo de cómo había que vivir ahora ayudado por el Espíritu de Dios y luego murió de manera que todo el pecado y toda esa manera equivocada del hombre de vivir fuese borrada y perdonada y ponerlo de nuevo en la condición de vida perfecta para luego entrar y reposar junto con el Dios que lo creó.

Cuando digo reposar, no es un descanso físico, sino un descanso emocional que nos permite tener una visión de quienes somos, hacia donde vamos y cual es nuestro papel específico en el Reino de Dios, es decir, tener la calma para saber lo que si nos corresponde hacer y dejar de lado las cosas que no.

Curiosamente, solemos actuar al revés, caminamos sin visión, de modo que cometemos errores constantemente y lejos de visitar a Dios con la intención de reposar con Él y descansar en Él, vamos y entramos en sincera frustración y desesperación, pues necesitamos que nos saque del atollo en el que estamos para luego regresar a la misma rutina equivocada una y otra vez, pues lo hacemos a nuestro modo y solos y no de la mano de Dios.

Afortunadamente Dios lo tenía ya todo pensado y es por eso que envió a su Hijo a rescatarnos y nos dio su palabra para que en ella encontráramos el camino de cómo llevar una mejor vida que la que pudiéramos gestionar por nosotros mismos y que pudiéramos regresar al plan original que Él tenía desde un principio.

La cita de hoy es un recordatorio de ese plan y nos deja muy claro que Dios tiene arreglado nuestro futuro (obvio, siempre y cuando decidamos vivir como Él lo planeó) de modo que podamos disfrutar nuestro día a día sin afanarnos y sin tener que invertir nuestro precioso tiempo en pensar en el mañana, no significa que no lo veamos, sino que viviremos de acuerdo a la visión y al plan de Dios de modo que cada día se ocupe de lo que tenemos que hacer y disfrutar hoy, de modo que vayamos siguiendo la trayectoria perfecta de Dios.

Si hacemos de esta manera, nuestros problemas personales, financieros y de todo tipo simplemente desaparecerán, ciertamente enfrentaremos obstáculos (la Biblia lo promete), pero tendremos la sabiduría, la inteligencia y el conocimiento de cómo superarlos, pues no nos robarán la paz y habremos sido instruidos por Dios previamente para enfrentarlos, de esa manera se cumplirá esa palabra que nos promete que viviremos de victoria en victoria, pues ese fue, ese es y ese será el plan de Dios todo el tiempo.

Ahora bien, le invito a pensar en esto: está usted dispuesto a vivir su séptimo día, así como Dios lo planeó desde un principio?, ó prefiere seguir batallando con las mismas cosas día a día?

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