En muchas ocasiones solemos tener fe como estudiábamos en la escuela, solo para obtener la nota y pasar, lo ha pensado?, solemos querer portarnos “bien” para obtener aquello que pedimos en oración y solo haremos lo necesario para pasar ese momento y dejamos de lado la eternidad.

Curiosamente nos cuesta trabajo entender la eternidad, pues alguien nos hizo creer que es algo que sucederá ó que comienza el día que nos morimos, siendo que es algo que no tiene principio y no tiene fin, pero a lo que tenemos acceso el día que decidimos nacer de nuevo.

También tenemos la falsa idea de que algún día nos encontraremos de nuevo con aquellos que amamos y que partieron antes que nosotros y que el cielo es algo así como un lugar feliz en el que no habrá más dolor y ciertamente lo es, pero no para nuestro deleite, sino para la gloria de Dios, eso quiere decir que es el lugar y el tiempo en el que nos encontraremos cara a cara con Dios y será su belleza la que nos deslumbrará y su amor el que nos cautivará de modo que absolutamente nada más nos importará.

Pero sabe, nada de eso es limitativo al tiempo futuro, solo nos sucede que no aspiramos a ello porque como le decía, no tenemos consciencia de ello, seguimos viviendo al día en nuestra fe y no con consciencia de lo eterno y lo constante.

De hecho es por eso que pretendemos vivir constantemente en ese “borrón y cuenta nueva”, pensando que podemos empezar de nuevo cada vez que fallamos y que siempre habrá un inicio desde “cero”, pero entienda esto, todo lo que Dios hace en nosotros es eterno, de modo que si algo maduró en nuestro corazón, tendrá el poder y el efecto eterno, de modo que cada vez que regresemos a la senda de Dios, empezaremos exactamente donde nos quedamos y no desde cero, Dios podrá limpiar nuestro pecado, podrá ponernos en un plano de santidad y pureza, pero el camino no tendrá que ser recorrido por completo de nuevo, sino retomado desde el lugar donde nos quedamos cuando decidimos apartarnos o ser vencidos por la tentación.

Esto nos lleva a una nueva necesidad, la necesidad de la consciencia de lo que Dios ha hecho en nosotros, la necesidad de la consciencia de quienes somos y las cosas que no van a cambiar pues tienen el sello de Dios en ellas y la consciencia de saber que no importa el pasado, ni lo terrible del pecado en nosotros, pues ambos son borrados por la sangre de Cristo cuando los llevamos delante de Él y ahora lo que importa es lo que está por venir, solo eso, pues esa es la visión de Dios.

Al tener esta consciencia de la eternidad, es cuando empezamos a aprender a vivir con integridad, ya no tenemos una fe emocional e inmadura, sino que empezamos a comportarnos como verdaderos hijos de Dios, es cuando lo que nos rige no es lo que necesitamos y lo que queremos y mucho menos lo que sentimos, sino quienes somos y lo que Yeshúa (Jesús) ha reflejado en nosotros, nuestra manera de hablar cambiará porque sus palabras están en nosotros, nuestros pensamientos dejarán de ver el aquí y el ahora y empezarán a ver hacia futuro y su alcance será cada vez más extenso y más alto, y cada vez nos será más sencillo el vivir en santidad pues la integridad en nosotros será una constante gracias a los cimientos que Cristo habrá puesto en nuestro corazón.

He aquí un buen motivo para nuestras oraciones, pedir a Dios llegar a ser íntegros, pedir a Dios el ser constantes y que vivamos con esa consciencia de la eternidad, que aprendamos a quitar los ojos de las cosas pasajeras y emocionales, para que podamos vivir como Yeshúa (Jesús) nos enseñó y podamos ahora sí, vivir en el constante gozo de nuestro Padre.

 

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