En muchas ocasiones solemos decir que queremos escuchar la voz de Dios, pero en realidad todo lo que queremos es ese famoso “si” a lo que estamos pidiendo ó lo que necesitamos, lo ha pensado?, y si no, cuando menos un “no” ó la visión de qué podríamos obtener a cambio de “sacrificar” eso que esperamos, pero siendo honestos, no es la voz de lo que esperamos, sino el cumplimiento de nuestra voluntad.
Y no crea que le estoy diciendo con esto que estamos mal ó algo por el estilo, ya que esto que le cuento es algo normal y natural a todos los niveles y es tan viejo como la existencia del hombre sobre la tierra, pero tampoco significa que deba de ser de esta manera, ni que podamos seguir actuando de esta manera.
La Biblia nos explica detalladamente en muchas ocasiones cómo es que Dios habla y cual es su intención, Dios pretende que entendamos, que lo primero que debe de cambiar en nosotros, es nuestra manera de pensar, de modo que cuando sea así, podamos inmediatamente cambiar nuestra forma de hablar y luego nuestra forma de actuar y le voy a explicar porqué.
Nuestros pensamientos vienen de nuestra alma, es decir, la esencia de nosotros radica en nuestra alma y aunque nadie la ve, es la que domina todo lo que somos y lo que haremos, de modo que aunque digamos una cosa, si pensamos de otro modo, las cosas siempre serán así como son en nuestro pensamiento ó bien en nuestro corazón.
Es por eso que Dios pretende por medio de su Espíritu Santo tocar nuestros pensamientos y hacernos entender las cosas de acuerdo a como son en su Reino, para que podamos entenderlas y adoptar la visión de Dios en ello.
Segundo, nos es extremamente necesario tener en cuenta que todas las cosas que Dios hace, las hizo, las hace y las seguirá haciendo por medio de su boca y por medio de su palabra, recuerda como la Biblia inicia describiendo como Dios “dijo” y las cosas sucedieron?, recuerda como cada vez que decía algo luego lo confirmaba con un “vio que era bueno”?, pues eso es precisamente aquello que muchos llaman bendición, aquello que sale de la boca de Dios y que incluso es capaz de alimentarnos mejor que la comida física que consumimos diariamente.
También debemos de tener presente que Dios nos creó a su imagen y semejanza, de modo que cómo Él hace las cosas, espera que nosotros también las hagamos, es decir, Dios necesita usar nuestras bocas, para que hablemos lo que habrá de suceder y que podamos ser testigos de como nuestra oración es capaz de transformar nuestro entorno, pero no podrá suceder de esta manera a menos que nos atrevamos a permitir que Dios cambie nuestros pensamientos y hablemos como Él habla.
La Biblia nos enseña que no puede salir de una fuente agua salada y agua dulce, es decir, no puede una boca hablar maldición y bendición, pues lo que sale de nuestra boca, viene de lo que abunda en el corazón, si nuestra boca habla maldición, es porque justo de eso está lleno nuestro corazón y éste no puede solo porque ahora lo necesitamos cambiar su esencia y hablar de algo opuesto solo por un momento.
Tercero, Yeshúa (Jesús) nos demandó que le demostraramos nuestro amor por medio del obedecimiento a sus mandamientos, es decir debemos de conocerlos, conocerlo a Él entender lo que Él entiende y hacer como Él nos pide, de modo que no sea que lo “queramos”, sino que por profundo amor nos sujetemos a su voluntad por encima de la nuestra, sabiendo que siempre habrá una “añadidura” que suplirá todo lo que necesitemos y que encima de eso superará nuestra expectativa.
Ahora bien, teniendo todo esto muy claro, debemos de regresar al principio, si pretendemos hablar como Dios, debemos de tener una idea de cómo es que Él nos hablará y cómo es su voz.
La cita de hoy se desarrolla en un contexto muy interesante, Dios se acaba de manifestar por medio de Elías, hizo descender fuego del cielo y con ello Elías derrotó y acabó con los sacerdotes de Baal, pero la Reina Jezabel pide la cabeza de Elías y éste sale huyendo para terminar escondido en una cueva, éste es como usted se podrá imaginar un momento de mucha emoción, fuego del cielo, muerte de muchos sacerdotes, y lejos de experimentar victoria, ahora teme por su vida y como usted y yo lo haríamos, ahora Elías necesita una respuesta y tiene gran necesidad de escuchar la voz de Dios, pero no logra hacerlo y no logra encontrar esa paz que necesita.
De modo que Dios le habla y lo llama afuera y le hace una serie de señales para demostrarle que Él no habita en lo grande y en lo fuerte, esas son características de su personalidad, pero esa no es su esencia, sino todo lo contrario, Él habita en el susurro, en lo calmado y en la paz.
Esto nos quiere decir que Dios no es alguien que nos provoque grandes emociones, ni alguien que nos envuelva en un éxtasis, sino que espera que dejemos todo de lado, sin importar nuestra condición ni nuestra circunstancia y e busquemos a Él y no a su efecto y que ahí donde nos atrevamos a buscar en el silencio de nuestro interior, ahí se encontrará con nosotros, nos hablará suavemente y nos dejará saber lo que necesitamos para que nuestra manera de pensar cambie de modo que nuestras palabras y actos sean de acuerdo a Él y no a nuestra emoción.
No es que Dios necesite que pongamos nuestras mentes en blanco, pero si que nos atrevamos a pensar en Él más que en aquello que nos agobia y nos aflige, de modo que nuestra atención esté puesta en su manera de ser, en su voluntad y no en nuestros problemas, recuerde que Dios no cohabita con el pecado, con la escasez, con el sufrimiento ni con la pobreza, por tanto son cosas que no podemos llevar a la intimidad con Él, es por eso que se muestra a nosotros en un silbo apacible, pues tiene su propio sello de paz y estabilidad, para que tengamos la total certeza de que estamos en su presencia y no solo con la solución a nuestro problema pasajero.