En ocasiones muchas personas se rehusan a acercarse a Dios y por ende a la iglesia por miedo a las muchas reglas y a las muchas prohibiciones que creen con que se encontrarán al hacerlo, y esto se debe a 2 factores importantes.
El primero es la culpa, la Biblia nos explica que Dios llama al Diablo nuestro acusador, pues lo primero que hace es ir a nuestros pensamientos y acusarnos con nosotros mismos, acerca de lo que él y nosotros mismos consideramos como “malo” y luego nos hace sentir “lejanos” a Dios, de modo que logra fijar nuestra mirada más en el pecado que en el Dios al que decimos amar.
Segundo, tiene que ver con el que tenemos una constante necesidad de ser aprobados y porque pocas veces nos enseñan la importancia de escuchar a Dios, nos enseñamos a buscar ser aprobados por los demás, quienes en su afán de que su propio pecado no se les note, terminan castrando nuestra manera de vivir e imponiéndonos una doctrina y disciplina que nada tiene que ver con Dios.
Pero entendamos las cosas como Dios mismo las entiende, de modo que no nos confundamos y hagamos las cosas como la Biblia nos lo deja claro (con esto entienda que le es necesario tomar su Biblia y leerla).
Dios siempre ha pretendido ser nuestro Dios, por ello nuestra cabeza, y por ello entendemos que la fe no tiene que ver con el sentir, sino el creer y así como el cuerpo si puede recibir un transplante de corazón, pero no uno de cabeza, en nuestra fe es exactamente igual Dios no pretende ser nuestro corazón para que sintamos bonito, sino pretende ser nuestra cabeza y lo primero que pensemos, quien nos guía y quien nos rija, de modo que vivamos como Él lo hace y como Él nos enseña.
Por tanto Dios nos puso una ley, la cual no es difícil de cumplir, en realidad es imposible de cumplir, de modo que al vernos en la imposibilidad de cumplirla, tengamos necesidad de un salvador y así nos hagamos dependientes de Él, ya que la ley, solo nos hará caminar en círculos y solo nos hará vivir en una constante frustración, para eso fue diseñada.
De modo que Yeshúa (Jesús) fue quien cumplió con la ley ceremonial, se ofreció a sí mismo como sacrificio en paga de nuestro pecado (leer acerca de ello es muy ilustrativo, así entenderemos de qué trató su muerte y por qué fue necesaria, más allá de la historia romántica que muchos dicen entender) y por medio de ello nos hizo libres, para que lejos de cumplir con la ley para poder ser santos, la cumplamos porque fuimos hechos santos, es decir, la santidad (que no tiene que ver con no pecar sino apartar nuestra mente y corazón para Dios) que Yeshúa (Jesús) nos regala, nos pone en condición de cumplir la ley como una consecuencia y no como una condición.
Es por eso que la cita de hoy nos advierte y nos previene de la ley, acuérdese que si alguien ya pagó por el precio de nuestro pecado (incluyendo el que no hemos cometido aún), nadie puede venir a acusarnos, ni con nosotros mismos, ni con Dios tampoco, pues en ambos casos, el nombre de Yeshúa (Jesús) es el recibo de pago, obviamente esto no nos da la libertad de pecar de nuevo, pero nos da la libertad de actuar conforme al Reino de Dios y no ajenos como el Diablo nos hace pensar.
Esto es igual que en su casa, por mal que se porte usted, no deja de ser parte de la familia y siempre tendrá un techo y un plato de comida, pero eventualmente tendrá que madurar y tomar su parte y su papel en la familia, justo así es en el Reino de Dios, Dios es paciente y nos limpia constantemente a causa de nuestro pecado, pero nos dio un espíritu que se comunica con el de Él de manera que más pronto que tarde (sólo si nosotros lo permitimos) maduraremos en el Espíritu y nos haremos parte del Reino, como coherederos juntamente con Él.
Para que lo entienda más claro a qué nivel pretende Dios que seamos libres y copartícipes de su Reino, piense esto, cuando Dios estaba por destruir a Sodoma y Gomorra, fue con Abraham y pidió su opinión, ya que era libre y tenía pensamientos como los de Dios, cuando Dios se enojó contra los israelitas, fue y pidió su opinión a Moisés, quien era libre, pues pensaba como Dios, de esa misma manera y libres del yugo de la ley es como Dios espera que seamos por medio de Yeshúa (Jesús) y su sacrificio y gobernados por su Espíritu Santo.
Para dejarlo más claro, Dios nos dio libertad por medio de Yeshúa (Jesús) y nos dio su carácter por medio de su Espíritu Santo de modo que podamos hablar con Él cara a cara y hablar de sus asuntos como si fueran los nuestros, pues habitamos en el mismo Reino y en la misma dimensión, la ley nos es la plataforma sobre la que caminamos y no el yugo que nos oprime, de modo que gobernamos y no somos esclavos de ella, cómo ve?