Una de las cosas más tristes que pueden sucedernos en nuestra fe, es que nuestra oración se trate solamente de nosotros y nuestros asuntos, a veces pareciera que el “yo” es nuestra palabra favorita y nada que no tenga que ver con ella importa, a veces ni siquiera la gloria de Dios.
Para muchos la “fe” (la pongo entre comillas, porque aunque muchos la nombran así en realidad es otra cosa) es un asunto personal, haciendo de la oración incluso algo solitario y callado cuando en realidad Dios tuvo una intención muy, pero muy distinta acerca de ello.
Nunca se ha puesto a pensar cuantas veces su tiempo de oración pareciera más un tiempo de planes personales e individuales de cosas que nunca sucederán ya que se tratan más de nuestra gloria personal y nuestro ego que de cualquier otra cosa?, sólo que le damos un toque “religioso” ó “espiritual” cómo si pudiéramos burlar a Dios y que el muy ingenuo nos creyera para conceder nuestras peticiones vanas y egoístas.
Es por eso que es tan importante que nos tomemos la molestia de leer la Biblia, si no para aprender, mínimo para saber las cosas que Dios no hará y no perdamos nuestro tiempo, apretando los dientes y deseando cosas (conjunto de actividades al que luego llamaremos oración) que nunca sucederán, para que luego culpemos a Dios de ello diciendo que “por algo hace ó bien, no hace las cosas”, pero vea el ejemplo relacionado con la cita de hoy, para que aprenda, cómo es que Dios tiene planeado e intencionado el que tengamos fe y bendecirnos.
Tras 3 meses de caminar por el desierto, los Israelitas se encuentran con Dios al pie del monte sagrado, Dios les habla y les dice que tiene la intención de que sean su pueblo y Él ser su Dios, de modo que les dice cuales son las “reglas” del juego, es decir, les expresa lo que espera de ellos y les dice las cosas que Él por su parte hará, a lo que el pueblo a una sola voz asiente y se confiesa como el Pueblo de Dios.
Tras esto, Dios invita a Moisés a que suba con Él 40 días y sus noches para preparar el pacto que acababa de proponer a su pueblo y les pide esperen pacientes, el resto lo sabe, los Israelitas no son capaces de esperar 40 días y se hacen un ídolo en forma de un becerro de oro y hacen disgustar a Dios de gran manera.
Ahora bien, piense en qué gran estima tiene Dios al hombre, que va a con Moisés y le comparte sus planes, le dice que acabará con el pueblo entero y que hará una nueva nación a partir de Moisés y su descendencia, no podrá usted decir que no suena tentador, no solo ya era Moisés gobernante sobre los Israelitas, ahora también todos iban a llevar su nombre y obvio la bendición de los más de 2 y medio millones de personas que salieron de Egipto estaría única y exclusivamente sobre Moisés y su familia, no cualquiera se desiste a dicha tentación, no lo cree?
Lo maravilloso de este asunto, es que Moisés había entendido de qué se trataba el asunto de Dios y lejos de buscar una gloria personal, buscaba la gloria de Dios y esa era no sólo más fácil expresarla con un pueblo entero, sino también era más efectiva, pues eso mostraba el poder de Dios el cual radica primeramente en su misericordia y su gracia, Moisés no percibía una gloria personal, percibía la gloria de un pueblo que se movía bajo la cobertura de una columna de nube de día y de fuego de noche, y el pueblo a su vez no tenía identidad sin el Dios que iba delante de ellos, así de sencillo, de nada le sirve ser el rey de una nación sin súbditos, y de nada le sirve tener toda la bendición sin tener con quien compartirla!, ahora todo hace sentido, no?
Y quiero entender que es por eso que Dios en la gran mayoría de las ocasiones no responde las súplicas que muchos hacen y llaman oración, pues no son otra cosa que intenciones individuales con fines de gloria personal y que no tienen ninguna intención ni de compartirse y menos de multiplicarse para beneficiar a otros, y de la gloria de Dios, bueno, ni hablemos.
Piense esto, la Biblia nos enseña que debemos dar de gracia (es decir, dar a otros que evidentemente no lo merecen) lo que hemos recibido de gracia (es decir lo que recibimos a su vez sin merecer, aunque nos cueste trabajo admitirlo) de modo que pueda Dios lucir en ello, pues quería decir que su palabra se ha cumplido y que nuestro encuentro con Él ha producido frutos y ahora somos más como Él y menos como éramos nosotros antes y de esa manera, la gloria se la lleva Él y no nosotros, de ahí se derivan una serie de promesas más, siendo que Dios nos promete superar todo lo que nosotros demos a otros y así sucesivamente.
Todas las promesas interesantes en la Biblia, son para su pueblo, y eso anula nuestra intención de una fe personal, es por que que la misma Biblia nos indica que nos es necesario confesar nuestros pecados los unos a los otros (no necesariamente a un sacerdote), de modo que también los unos oremos por los otros y los otros oren por los unos, y seamos como un verdadero cuerpo, una verdadera familia ó bien un pueblo tal como Dios lo planeó y será entonces que la presencia de Dios irá con nosotros y nos diferenciará de todos los demás, así como Moisés lo entendía y muy atinadamente le recordó a Dios.
Yo le invito a que piense y medite en su tiempo de oración, no por culpa empiece a pedir “bendición” ó “cosas buenas para otros”, involúcrese en la vida de otros y asegure que pida por las cosas que solo Dios puede hacer en esas personas y asegure que junto con su oración vaya un buen consejo que venga del corazón de Dios basado fielmente en su escritura.
Cómo ve?, tiene las agallas para dejar su fe individual, para convertirse en parte del Pueblo de Dios?