Muchas personas suelen confundir la prosperidad con el favor económico de Dios ó simplemente la abundancia económica, pero a diferencia de lo que muchas personas creen, Dios tiene un concepto muy diferente de lo que es la prosperidad y lo describe detalladamente en la Biblia.
La prosperidad antes que un estado, es una promesa de parte de Dios para nosotros y viene como consecuencia del cumplimiento de una condición de parte de Dios y esto tiene que ver con el conocimiento de la palabra de Dios y el efecto que este genera en nosotros.
Por citar solo 2 ejemplos, en el libro de Josué en el capítulo 1, versículo 8, nos habla acerca de estudiar la palabra y meditar en ella de día y de noche y hay versiones de la Biblia que incluso traducen como “sólo entonces” el momento de prosperar en todo lo que hagamos.
En el Salmo 1, versículos 1 al 3 se describe el corazón de un hombre próspero, nos deja claro como es su manera de vivir y nos dice que tiene en la palabra de Dios su deleite y a causa de eso, todo lo que hace prospera.
Entonces, podemos entender de parte de Dios que no nos es necesario el saber ser diligentes en los asuntos de dinero, ni ser unos maestros en las finanzas, todo lo que tenemos que hacer es aprender a temer a Dios (acuérdese que solo tememos a lo conocido, a lo desconocido le tenemos miedo, son términos completamente diferentes ya que según Proverbios 1:7 el temor a Dios provoca sabiduría) y como consecuencia seremos prósperos.
Por tanto el ser prósperos significa actuar como Dios lo hace, es decir, lejos de buscar tener abundancia económica para gastar mucho, la prosperidad se trata de tener bien alineadas nuestras prioridades, donde el honrar a Dios con nuestro dinero está mucho por delante de nuestros gustos y nuestros gastos, donde lejos de recibir, nos convertimos en personas que dan y por medio de ello desatamos las promesas de Dios acerca de los bienes económicos y materiales y tercero y más importantes, por medio de ser prósperos, nos convertimos en personas que producen, ya que según el entendimiento de la Biblia, el fundamento de la riqueza es el producir y no la lotería como muchos piensan.
Si lo nota, la prosperidad es un estado del corazón, es un estilo de vida, que lejos de estar ligado a lo económico, es lo que abre la puerta a lo económico, no para ver si sucede, sino asegura que sea parte de nuestro vivir, sin dejar de ser una añadidura y no el objeto principal por el cual nos movemos.
La cita de hoy nos dice que nuestra alma tiene que prosperar, para que todo lo demás en nosotros prospera y para ello quiero hacer hincapié en qué es el alma y cómo es que tiene que prosperar, para que pueda usted ponerlo en práctica.
Según la Biblia, nosotros somos constituidos en 3 a imagen y semejanza de Dios, de modo que somos cuerpo, es decir nuestra consistencia física, alma, básicamente se refiere a nuestros pensamientos y nuestros sentimientos y espíritu que es la parte de nosotros que escucha a Dios, la cual Adán y Eva perdieron en el Edén y que es lo que recuperamos cuando decidimos entregar de manera racional nuestra vida a Yeshúa (Jesús) y nacemos de nuevo (siéntase con la libertad de escribirme si tiene dudas acerca de esto).
De modo que, entendemos que el cuerpo está sujeto al alma, es decir el cuerpo hace lo que el alma dice y quiere, pero nuestra alma en muchas ocasiones no está sujeta a nada de modo que vivimos de acuerdo a lo que pensamos y sentimos, aun cuando esto pareciera no tener sentido ni fundamento, pero el creer, radica en el espíritu, y una persona solo puede creer, cuando va más allá de sus pensamientos y sus sentimientos, es ahí donde la fe entra en acción.
Por tanto el acto de hacer que nuestra alma prospere, es cuando logramos que nuestra alma se sujete al nuestro espíritu, cuando lo que escuchamos y creemos de Dios es más fuerte en nosotros que lo que pensamos y sentimos, de modo que las promesas de Dios cobran más peso, más poder y más autoridad que lo que nuestros ojos ven y la situación que nos encontramos, de modo que cuando Dios desate su favor en nosotros, no recibamos lo que viene de Él y lo gastemos ignorantemente, sino que demos honra a Dios con ello, lo administremos adecuadamente y lo hagamos crecer y lo multipliquemos, para que cumpla su propósito en vez de solo ser algo pasajero y efímero como si lo hubiéramos producido de nuestro entendimiento.
Piense esto, a diferencia del alma, nuestro espíritu produce cosas permanentes, eternas, de acuerdo a la naturaleza de Dios que gobierna en él, por tanto tiene un entendimiento próspero, pues lo próspero refleja a Dios sobrenatural en nuestra vida natural.
Creo que es tiempo que empiece usted a prosperar, no cree?, por qué no empieza por darse una vuelta a Josué 1:8 y a Salmos 1:1-3 y los pone en práctica, me va a encantar leer sus testimonios de cómo Dios ha hecho prosperar sus vidas a causa del entendimiento de estas citas.