Aunque en realidad no existe una fórmula de cómo orar adecuadamente y no hay una receta para lograr que Dios responda nuestras oraciones, ciertamente si hay una serie de recomendaciones que Dios nos hace acerca de cómo encontrarnos con Él y de cómo aprovechar mejor nuestro tiempo en su presencia y hoy le quiero platicar un poco de eso.

Normalmente solemos levantarnos temprano (bueno, no puedo generalizar), hacer nuestras actividades y en el momento previo a ir a dormir, solemos orar y poner en manos de Dios las cosas que nos preocupan y pedimos por aquellas cosas que nos atañen, pero pocas veces nos preguntamos si eso es lo que Dios había planeado.

Cómo se lo he dicho en muchas ocasiones en estas líneas, el orar tiene más que ver con el escuchar a Dios que con el pedir, pero muchas personas se preguntan cómo es que pueden hacer para escuchar la voz de Dios y de qué es lo que Dios les puede hablar, y el día de ayer me fue recordada la cita de ayer que habla de ello y se lo quiero compartir.

Como sabe la Biblia está llena de símbolos, el maná es el alimento que viene del Cielo y es lo mismo que la revelación de Dios, es lo que nos alimenta y nos da energía para lo que resta del día  y así debe de ser la palabra y la revelación de Dios.

Por alguna extraña razón las personas en la vida cotidiana han aprendido a medirse unas vs las otras y creen que para los asuntos de Dios las cosas son iguales y hay quienes aseguran que existe algo así como una “estatura” espiritual y mucha gente suele decir “es que tu sabes mucho” ó peor aún “tú que estás más cerca de Dios”, siendo que Dios nos hizo a su imagen y semejanza y nuestro objetivo es llegar a la estatura de Yeshúa (Jesús) para que podamos fungir como coherederos juntamente con Él, y le comento todo esto, porque con el conocimiento de Dios no es diferente, no hay manera de acumularlo para hacernos más grandes, por el contrario, su conocimiento es renovado día a día (es por eso las recomendaciones de Romanos 12:1-2), y nos es necesario ir todos los días por nuestra porción diaria de revelación y conocimiento.

Cuando los Israelitas estaban en el desierto, Dios decidió enviarles alimento del Cielo, lo llamó maná, no tenía un sabor especial, y si quiere usted así ponerlo, no era siquiera atractivo, pero eso si, contenía todos los elementos nutricionales que los hijos de Dios necesitaban para poder caminar por el desierto y asegurar estar adecuadamente alimentados y libres de enfermedades.

Dios les advirtió, que no tomasen más alimento del que podían consumir al día, para que no lo acumularan y no se echara a perder, además les aseguró que todos los días habría alimento nuevo y fresco, pero también les dio instrucciones acerca de la recolección del mismo, debía de ser de madrugada, antes de que saliera el sol, pues después de eso se derretía y se echaba a perder.

Si traducimos esto a nuestra vida, se supone que conocemos y por ende amamos a Dios (recuerde que nadie ama a quien no conoce) y si lo amamos como lo más importante en nuestra vida, Dios también debería ocupar el primer lugar en nuestra lista de prioridades y eso no significa que tomemos solo un par de segundos en la mañana para dar gracias por la vida y todas esas cosas que en realidad no hemos puesto en manos de Dios, sino para recibir su revelación por medio de la meditación en su palabra desde temprano, antes de que salga el sol, lo cual simboliza antes de que salgamos al mundo y los asuntos cotidianos nos distraigan de la voz de Dios quien nos dará la energía y la sabiduría para vivir dignamente como hijos de Dios.

Y por favor no me mal entienda, no es un asunto ni religioso, ni doctrinal, es un asunto de orden, normalmente nos pasamos postergando los asuntos de Dios todo el tiempo y nos la vivimos correteados por la culpa y los cargos de consciencia por no hacer aquello que debiéramos, y nos preguntamos cómo es que no recibimos aquello que esperamos de Dios, siendo que Él debería de ver nuestra necesidad (así pensamos) y bendecirnos!

La voz de Dios es más intensa por las mañanas, antes de cualquier otra cosa, antes del celular, el Facebook y el whatsapp, no porque Dios hable más fuerte a esa hora, sino porque así lo diseñó, poniendo como prioridad el bendecirnos a primera hora cuando expresemos nuestra identidad a su imagen y semejanza poniéndolo a Él en el primer lugar, como debió ser desde un principio, no lo cree?

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