Hagamos un ejercicio de imaginación, imaginemos a una persona que tiene una limitación física, y todos los días viene a visitarle y todos los días le cuenta de nuevo que tiene una limitación física y la razón de porqué la tiene y la manera que batalla en su diario vivir a causa de esa limitación física y de cómo le gustaría sanar de esa limitación, pero no sabe como y al día siguiente lo mismo y así consecuentemente, cómo se sentiría usted con respecto a esa persona?

Personalmente creo que llegaría un punto en el que evitaría a esa persona y pondría excusas y pretextos para no encontrarme con ella, pensaría “por qué viene a platicarme de nuevo lo que ya me platicó?, por qué no mejor hace algo al respecto de su situación en vez de venir a contármelo a diario?”, pensó usted lo mismo?, probablemente si.

Pues algo similar pasa con nuestra oración, sólo con la diferencia de que el amor de Dios es tal que no tendría la actitud que les describí, sin embargo nosotros somos como la persona del ejemplo, llamamos oración a la queja constante y repetida de las cosas que nos suceden, que nos aquejan y las cosas que queremos y pensamos que con ello Dios va a hacer algo por nosotros, el problema es que no hemos sentado precedente para que Dios pueda actuar en nosotros y nos quejamos tanto que pareciera que no nos importara lo que Dios pudiera decirnos ni con respecto a nuestra situación ni mucho menos con respecto a los asuntos en común que si tenemos con Él que son la salvación y la eternidad.

La cita de hoy es una de esas que me fascinan, me maravillan, pues que increíble es eso de que Dios sepa qué es lo que vamos a decir aun antes de que abramos nuestras bocas y sin embargo se llene de gozo por recibirnos en su presencia, pero el hecho de que lo sepa no tiene que ver con el hecho de que vayamos de nuevo a repetirle lo que ya sabe, sino con el hecho de que si ya sabe qué es lo que vamos a decir, es ahora donde nos toca confiar y entrar a su presencia con el interés de escucharle, probablemente nos dé la solución a nuestro problema ó mejor aún, nos hable de algo que espera que hagamos mientras Él se encarga de nuestros asuntos!

Qué increíble y que relajante es el poder orar sin tener que llevar a nuestros problemas y a nuestros asuntos a la intimidad, que ligeros podemos ser y sentirnos ante saber que los problemas y las situaciones que nos acosaban ya no son nuestros y no tenemos que cargar con ellos, que libertad tenemos en el poder ir delante de Dios y no tener que pedirle nada, no tener que esforzarnos por dar gracias por cosas que no sabemos si fueron autoría suya ó de la casualidad y simplemente disfrutar de la intimidad del Dios que es todopoderoso y sin embargo nos trata como amigos para que crezcamos a su altura, no lo cree?

Le invito a que medite en lo que hace en su tiempo de oración y la próxima vez que vaya, vaya entendiendo el principio del día de hoy, sabiendo que no importa que vaya ó necesite decir, Él ya lo sabe, de manera que sea Él quien llene el silencio y le revele cosas increíbles que no solo tienen que ver con usted, sino con el plan perfecto que Dios tiene desde la eternidad para usted.

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