Una de las cosas que más seguido suelo escuchar es a personas quejarse de que Dios no responde su oración, que piden y piden y a pesar de que aseguran tener fe, no logran que Dios responda sus ruegos y muchos se preguntan porqué.
La respuesta es más sencilla de lo que nos imaginamos, la mayor parte del tiempo estamos más enfocados en lo que necesitamos que en Dios mismo y lo que Él quiere hacer en nosotros.
Y no, no crea que le voy a decir que tiene que dejarlo todo en manos de Dios (aunque debería), porque en realidad no sabemos hacer eso y cuando creemos necesitar algo o estamos empeñados en conseguirlo, es difícil que hagamos de esa manera y simplemente lo dejemos en manos de Dios.
El detalle está en que como desconocemos a Dios, no sabemos qué es lo que podemos pedirle ó no, ó bien, en qué dimensiones es que nos lo dará, y esa es la gran diferencia.
Después de mucho meditarlo, orarlo y consultarlo en la Biblia, me he dado cuenta que normalmente nos quedamos cortos al momento de orar, normalmente pedimos justo para salir adelante en nuestros problemas y no tenemos un plan para lo futuro, para lo consecuente ni para lo venidero de modo que siempre vivimos al día y pedimos al día, sin tener una dimensión de lo que Dios pudiera tener para nosotros.
Lo repito todo el tiempo, las personas piden para salir de deudas pero Deuteronomio 28 no promete que seremos de los que presten y no de los que pidan prestado, es decir, Dios pretende no solo sacarnos de “apuros” sino cambiar nuestra dinámica económica al grado que tengamos la capacidad de prestar a otros sin que afecte la administración de nuestra vida diaria.
Lo nota?, esa es precisamente la famosa “añadidura” de la que habla Dios en Mateo 6:33, es decir, no nos dice que solo nos va a dar lo que queremos y lo que necesitamos, sino que nos va a dar conforme a su Reino y a su gloria, solo tenemos que tener nuestro enfoque puesto en ellos y no en lo pequeño y lo mediocre de nuestra necesidad, ya que cuando su Reino es primero, nuestro entendimiento es transformado de acuerdo a ese Reino y nos da la capacidad de administrar y multiplicar ese Reino.
Es asombroso entender que Dios no quiere remediar nuestras situaciones, sino quiere transformar nuestra manera de vivir, una vez que nos quede claro eso, será que comenzará a hacer la buena obra en nosotros, entre tanto, seguiremos batallando por decisión propia.
Yo le quiero invitar a que tome la cita de hoy como una promesa, no la suelte, y medite en ella, piense esto, que Dios quiere abundarle y prosperarle para que recupere usted su naturaleza a la imagen y semejanza de Él, y Él no es escaso ni mezquino, todo lo contrario, es generoso y todo lo multiplica.
Deje de orar por salir adelante y empiece a declarar que tendrá una vida conforme a la gloria de Dios, donde será usted el generoso y aquel que tenga la capacidad de suplir a otros, tanto en lo físico, como lo emocional, lo espiritual e incluso en lo económico, prepare su corazón para entrar en la dimensión de Dios y no recibir sino administrar la abundancia del Reino que el Padre ha puesto a nuestra disposición.