A muchas personas les puede mucho dar, y más cuando se trata de dar en la iglesia aquellos temas que Dios nos pide y nos ha puesto por escrito como los diezmos y las ofrendas, de hecho su mejor excusa es la probable mala administración y malversación de ese dinero por parte de quienes dirigen ó sirven en las iglesias, pero en realidad, se están quedando cortos en su apreciación, pues al dudar de los hombres y pensar mal de ellos, no solo se pierden de la bendición que Dios promete a aquellos que hacen lo correcto delante de Dios, sino que también acarrean consecuencias a su vida a causa de su desconfianza y su mal pensar.
Es por eso que siempre es importante recurrir a la palabra de Dios para asegurarnos que nadie nos esté manipulando y que nadie nos engañe, ni en un sentido ni en el otro, porque al hablar con Dios de dinero, no estamos hablando de recursos para salir adelante y subsistir, sino estamos hablando de abrir las ventanas de los cielos para que vivamos de acuerdo al Dios en el que creemos, y si la Biblia dice que Dios es el dueño del oro y de la plata y que nos ha hecho sus coherederos (juntamente con Yeshúa (Jesús)), quiere decir que no solo seremos plenos en lo económico, sino que además seremos sabios administradores de aquello que Dios ponga en nuestras manos, solamente hay que saber pedir de la misma manera que pensamos administrarlo y saber para quien lo hacemos, porque no importa cuanto tengamos, ya sea mucho ó sea poco, todo es de Él y viene de Él, por tanto tenemos que caminar en nuestra vida con eso en mente, para que así también de Él venga la capacidad de administrarlo, multiplicarlo y compartirlo.
Piense en esto, la Biblia nos enseña que a Dios nadie le gana a dar, por tal si Dios nos da, ya sea dinero, salud ó cualquier abundancia, qué cree usted que Dios espere de nosotros?, obvio, que recordemos que hemos sido creados a su imagen y con la capacidad de expresar su naturaleza (semejanza) de modo que el dar, es la expresión más natural, sincera y clara de nuestra fe, por qué habría de ser de otra manera, además la misma palabra de Dios nos promete que si damos, nos será multiplicado.
El problema radica que tenemos un problema de identidad, pensamos que lo que tenemos es nuestro y que nos lo hemos ganado con el sudor de nuestra frente y a veces olvidamos de quien vino el talento para hacer este dinero y quien y cuando puso frente a nosotros las oportunidades para hacer y acumular lo mucho ó lo poco que tenemos, y por ello nos puede el tener que soltarlo, pero si entendemos bien de donde viene cada centavo que tenemos, sabremos que la fuente es inagotable y que el propósito de nuestro éxito financiero no depende de nuestra destreza para generar dinero, sino de nuestra fe y nuestra fidelidad hacia Dios y sus asuntos.
Es por eso que me encanta saber de David quien ciertamente tenía un corazón conforme al de Dios, quien no veía como una carga el darle a Dios de acuerdo a lo que le demandaba, sino por el contrario, lo veía como un privilegio, porque entendía que no importaba cuanto diera, siempre sería poco pensando en la majestuosidad y plenitud de Dios.
David entendía que el dar era su oportunidad para expresar su naturaleza a imagen y semejanza de Dios además de que le hacía partícipe de su Reino.
Piense esto, si de algo habla la Biblia, es de dinero, y Dios nos advierte en muchas ocasiones el tener cuidado con el amor a este y no confundir nuestro amor por Dios con el hecho de se convierta en nuestro cajero automático personal, de hecho es el único tema donde Dios nos reta a que le probemos, es decir donde nos invita a obedecer y dar y demostrarnos como su promesa se cumple (Malaquías 3:10).
Por tanto, qué prefiere?, seguir batallando por dinero? ó adoptar la actitud de David, al reconocer que todo lo que tiene viene del Padre y que es un privilegio el darle un poco de lo que Él nos da?, está en usted el desatar el verdadero poder de la fe y el cumplimiento de la palabra en su vida.