Cuantas veces nos hemos encontrado en nuestra vida pensando “y ahora qué sigue?”, ó “qué hago?”, y lo único que se nos ocurre es pedirle a Dios nos ayude y nos saque del apuro en el que nos encontramos, le ha sucedido?
El asunto con éste tipo de situaciones es que a veces nuestra preocupación es tal que tenemos el pensamiento de pedirle a Dios que nos ayude, pero en realidad no vamos a la presencia de Dios, esperamos que Él nos escuche desde donde estamos y nos atienda, ya que estamos muy ocupados preocupándonos por nuestra situación como para tomar un tiempo a parte para ir a la intimidad con Dios.
Y esto no lo digo a modo de juicio ó crítica, todos lo hacemos y todos nos hemos encontrado en esta situación, y lamentablemente nos sucede que nos terminamos dando cuenta que en muchas ocasiones nuestros problemas y nuestras aflicciones son más importantes que Dios, ya que si Dios fuera más importante que ellos, tomaríamos tiempo y le daríamos prioridad a Él, no lo cree?
Esto es muy común que nos suceda, porque estamos habituados a no tener idea de como salir del apuro y empezamos a “sugerirle” a Dios un montón de opciones y de alternativas de cómo ayudarnos y de cómo resolver este asunto, sin tomar en cuenta que Él todo lo sabe y todo lo entiende de una manera mucho más clara que nosotros, sólo que nos da la oportunidad de que nos demos cuenta cuanto dependemos de Él.
Sin embargo, nos dejó su palabra, la cual confiesa de sí misma en la cita de hoy que esta nos fue dada para prepararnos y capacitarnos como su pueblo, es decir, nos dice que hacer para que seamos cada vez más de Él y menos de nosotros mismos y menos a nuestro propio modo.
Es decir, la Escritura ó Biblia, esta llena de ejemplos y de instrucciones de qué hacer en cada situación, además de esto, Dios la adereza con revelación, es decir con sus intenciones detrás de cada palabra y de cada pasaje para que podamos entender las cosas como Él las entiende y que lo que hagamos como consecuencia de nuestra intimidad con Él, sea siempre algo que edifique a quienes nos rodean y de gloria a Dios, aun sea el salir de una situación que pareciera peligrosa ó de dudosa identidad.
El leer la Biblia nos sirve para conocer a Dios, pues esta nos habla de Él y no de nuestras situaciones (es por eso que el abrir la Biblia al azar para ver qué es lo que Dios nos habla, en realidad no funciona), mas nos recuerda que somos hechos a su imagen y con la capacidad de expresar su naturaleza (semejanza) de modo que por medio del conocimiento de la palabra seremos instruidos en cómo proceder de acuerdo a la voluntad de Dios, y cómo hacer cosas que le agraden y sobre todo, tener siempre éxito y siempre prosperar, pues esa es la manera que Él designó que viviéramos, sólo que lo olvidamos continuamente.
Es por eso que no solo tenemos que conocer la Palabra de Dios, sino leerla continuamente de manera que siempre seamos recordados y crezcamos en el conocimiento de quien es Dios y de cómo espera que actuemos, para que dejemos de ser unos novatos inexpertos en su Reino, sino verdaderos co-herederos como nos describe en su Palabra, diestros en los asuntos del Reino y hombres y mujeres justos que hacen oraciones poderosas, que no solo son escuchadas por el Padre, sino respaldadas por Él de modo que siempre tendrán una respuesta y siempre nos llevarán a nuevas alturas y dimensiones.