Es muy difícil encontrarse con una persona que diga que no cree en Dios y aun aquellos que dicen no creer, en su mayoría lo hacen como consecuencia de una mala experiencia en su ejercicio de fe, al ver que las cosas no salían como esperaban a pesar de sus esfuerzos por creer y agradar a Dios.
El detalle radica en que no es tan importante que crean, como lo es el hecho de estar conscientes en qué es lo que se cree, pues podemos creer lo que querramos, pero si esto no es apegado a la palabra de Dios, simplemente no tiene porqué suceder, por mucho que nos aferremos a ello.
Justamente por esta razón hay tantas personas que han decidido tener una relación con Dios a “su manera”, pues se han cansado de perseverar en algo que no recibieron y tienen el corazón roto por esperanzas fallidas ó promesas no cumplidas.
Obviamente estas esperanzas y estas promesas no vienen de Dios, ya que tenemos la garantía de que Dios cumplirá todo lo que nos promete, más no tiene porqué cumplir aquello que en ocasiones de manera caprichosa le pedimos ó si?
Entendámoslo de esta manera, las personas se acercan a Dios con la idea de que las bendiga, y de que les vaya bien, pero la Biblia no promete nada de eso, si lo vemos objetivamente, el acercarnos a la iglesia no tiene ningún tipo de beneficio, pues la mayoría de las personas no entienden el concepto de ir a la iglesia.
Iglesia viene del término griego Ekklessia, el cual significa “convocados ó reunidos con un mismo fin ó propósito”, de modo, que a la iglesia no vamos a acercarnos a Dios, sino vamos a consecuencia de nuestra cercanía con Dios, ya que la misma Biblia nos dice que no debemos presentarnos delante de Dios con las manos vacías, siempre tenemos que llevar algo que ofrecer, y hay quienes pretenden ir a la iglesia a que les digan algo reconfortante ó bien recibir alivio, lo cual está muy lejos de lo que Dios tenía como intención al fundar su iglesia.
Obviamente con esto no le estoy diciendo que no vaya a la iglesia, la buena noticia es que en la iglesia se comparte de la palabra de Dios, y la Biblia nos promete que esta no regresa vacía, es decir, tarde que temprano le quedará claro a qué va y se unirá al resto de los que hacen iglesia.
Entonces?, en donde empieza este asunto de recibir bendiciones y tener una buena vida libre de problemas?
Una vida en Cristo comienza el día que nacemos de nuevo y el nacer de nuevo significa reconocer que nuestra vida hasta este punto ha sido consecuencia de nuestras propias decisiones, y que no podemos seguir adelante de la misma manera, que necesitamos un salvador que perdone nuestros pecados y que nos rescate de nosotros mismos y un Señor a quien obedecer, quien nos dirija y corrija y el cual pueda cobijarnos bajo sus beneficios, pues justo eso es lo que significa el sacrificio en la cruz.
La cruz fue creada antes que el hombre y pensando en el hombre quien habría de fallar, y el cual habría de ser rescatado con el precio de la muerte, la cual es la paga del pecado, la resurrección es la señal de que aquel que murió en la cruz no solo puede pagar por nuestros pecados, sino que puede llevarnos a vivir una vida de hijos de Dios, y es justo ahí donde comienzan las bendiciones, pero ya no pensando en uno sino como parte de un todo, llamado el Reino de los Cielos.
La cita de hoy nos enseña justo eso, que si creemos al grado de confesarlo con nuestra boca que Yeshúa (Jesús) vino a esta tierra, se hizo hombre, murió por nuestros pecados ya que somos incapaces de redimirlos por nosotros mismos y se levantó de entre los muertos, entonces, somos salvos, es decir, cumplimos con el requisito de la sangre, somos limpiados y somos llamados hijos y ese día nos toca empezar a creer en la palabra con la garantía de que nos serán revelados los secretos del Reino de los Cielos y serán impregnados en nuestra identidad de modo que nos entendamos no solo a la imagen de Dios, sino con la capacidad de expresar su naturaleza (semejanza), de modo que podamos hacer las cosas que Yeshúa (Jesús) hizo y aún mayores (Juan 14:12) y tengamos su mismo estilo de vida, donde la bendición es parte de lo cotidiano y donde vivimos para glorificar al Padre.