En mi muy personal opinión, uno de los desperdicios más grandes que existen es el orar en contra de una persona, es decir, el ira a la presencia de Dios a hablar mal de alguien, acaso no saben que Dios no permitiría el que contamináramos su presencia con nuestras quejas, malos pensamientos y debilidades?
La intimidad con Dios fue hecha para que en ella seamos transformados de regreso a nuestra identidad a imagen y semejanza de Dios, es decir, quien va donde habita Dios s y quien limpia su corazón para entrar en su presencia, es contagiado por su naturaleza buena y poderosa y sale haciendo las mismas cosas que hace Dios, podrá entrar herido, pero no solo sale sanado sino fortalecido y con capacidades que jamás había imaginado, a menos que sea de aquellas personas que les gusta ser víctimas y pasar largos períodos sufriendo por lo que les sucedió.
Si lo pensamos detenidamente, como hijos de Dios no tendríamos porque tener enemigos propios, ya que el perdonar es parte de nuestra naturaleza, el poner la otra mejilla y el dar lo mejor de nosotros a pesar de que pudiéramos opinar que los que nos oprimen no lo merecen, nuestros verdaderos enemigos, son aquellos que se constituyen enemigos de Dios y están en contra del Reino el cual fuimos llamados a extender y por el cual velar.
Y es justo ahí donde entra en función a cita de hoy, cuando nos damos cuenta que nuestros enemigos lo son, no por nuestras situaciones particulares e individuales, sino porque atentan contra el Reino y el estilo de vida que tenemos y porque se empeñan en negar que Yeshúa (Jesús) es el Cristo y que vino a darnos vida eterna, pésele a quien le pese.
Cómo pasamos de tener enemigos propios a dejarlos de tener y a pelear las batallas de Dios?, sencillo, cuando nos hacemos obedientes a la palabra, ya que esta esta llena de promesas que en realidad deberían de ser llamadas garantías, pues cada una tiene una condición que cuando se cumple, no hay nada en el universo que pueda contra su efecto, pues es decreto de Dios.
El obedecer a Dios moldea nuestro carácter, nos enseña a ser menos reactivos y a pensar y cuidar el corazón de las personas, tal como Dios lo piensa y lo cuida, nos enseña a caminar por veredas sabias y a vivir cada día más a prueba de errores, asegurando victorias constantes y satisfacciones que perduran por siempre.
Piénselo de esta manera, es más fácil vivir con la guía de la palabra de Dios que estar creciendo y madurando nuestras situaciones por cuenta propia y de acuerdo a como se van presentando, Dios no es un Dios restrictivo, por el contrario en cada pieza de obediencia hay un racimo enorme de libertades, pues desatan beneficios que están prometidos en la palabra y que son para nosotros.
Por tanto, es recomendable dejar de luchar y batallar contra los demás y concentrarnos en lo que sabemos de Dios para que sea Él quien pelee nuestras batallas, tal como lo promete la palabra, seamos sabios y disfrutemos de sus beneficios.