La fe definitivamente es un asunto de creer, pero creer en la palabra de Dios y no solo en aquello que esperamos de parte de Dios, pero la actitud es el detonador de esa fe, pues es lo que hace que esta se active y tenga efectos sobrenaturales e inmediatos.

El problema de la mayoría de los que decimos tener fe, es que creemos que todo se trata de nosotros y pasamos por alto aquello que Dios está haciendo, es decir, nos preguntamos porqué es que nos pasa esto ó aquello, nos preguntamos qué es lo que Dios nos quiere enseñar y dejamos que las circunstancias adversas impidan que cumplamos con nuestro papel principal que tiene que ver con el adorar a Dios.

Si tanto decimos que creemos a Dios y si tanto decimos que nuestra vida está en sus manos, entonces, por qué dejamos de adorar y por qué dejamos de celebrarle cuando las cosas se ponen “difíciles”?, qué acaso no creemos en lo que nos ha dicho?

El problema con la fe es que no solemos ver las cosas completas y lo vemos todo desde nuestro propio eje y no desde la perspectiva de Dios, si nos detuviéramos a pensar un poco cada vez que las cosas se ponen “color de hormiga”, notaríamos que justamente antes de que las cosas se pusieran difíciles Dios nos estaba bendiciendo, Dios nos estaba hablando de algún tema ó bien nos estaba equipando con una nueva capacidad ó bien nos acababa de dar una palabra de aliento.

El detalle radica en que estamos acostumbrados a remediar los problemas, a reparar lo que está roto, a aprender después de haber pasado por algo difícil, pero olvidamos que en la Biblia, Dios lo hizo al revés y lo sigue haciendo, es decir, Dios nos da la solución a nuestros problemas justo antes de pasar por ellos, nos da aliento justo antes de que lo necesitemos, nos fortalece, justo antes de que pasemos por tentaciones o dificultades, para que tomemos de Él aquello que nos da y podamos seguir adelante, dependiendo de Él, pero actuando nosotros.

Justo eso lo pasó a Pablo y a Silas, quienes habían sido encarcelados de manera injusta, desnudados y además de eso azotados, ciertamente tenían todos los elementos necesarios para quejarse, y tenían todos los motivos para sentirse mal delante de Dios, pero era más importante aquello que Dios les había dicho y éste los había enviado a hablar del evangelio y les aseguró milagros constantes, de manera que no dejaron que nada se impusiera entre ellos y su propósito, así que emplearon su tiempo en la cárcel de la manera más productiva que pudieron se pusieron a orar (escuchar a Dios) y a cantar.

Es justo aquí cuando la fe se vuelve poderosa, cuando tenemos en mente primeramente lo que creemos y en segundo término lo que vemos y sentimos, es entonces, cuando no importa cuan difícil se vean las cosas, la mano de Dios interviene y los milagros suceden, pues la Biblia dice que Dios es nuestra justicia, incluso dice que Él es el autor de la venganza, de modo que siempre será Él quien tome las decisiones sabias y pertinentes mientras hagamos lo que nos corresponde.

Y fue justo esto lo que sucedió a Pablo y a Silas, ellos creyeron más en las promesas y en la personalidad de Dios que en otra cosa de modo que cantaron y alabaron acerca de ello, pero no solo de manera “positiva”, sino que oraron para escuchar qué es lo que Dios tenía que decirles y estoy seguro que les habrá dicho algo como “sigo siendo fiel y sigo teniendo cuidado de ustedes”, de modo que su actitud era basada en lo que sabían y no en lo que veían, y eso tuvo un efecto tremendo, pues no solo fueron liberados, sino que el suelo mismo se estremeció a causa de su fe, su fe hizo que el suelo temblara porque temía hacer una injusticia a los hijos de Dios y rompió con las cadenas de todos los hombres que estaban en la cárcel, pues todos fueron testigos de la alabanza y la oración de Pablo y Silas.

De modo que usted puede hacer dos cosas, una es ir a la presencia de Dios a quejarse y a decirle que no es justo lo que le sucede y que no debería de estar pasando por ello ó bien puede ir a la presencia de Dios a escucharle, a que Él le anime y le recuerde aquellas cosas que tiene preparadas para usted, a que le deje claro lo que ya puso en usted para que lo ponga en práctica y cómo la solución le fue dada antes de entrar en esta situación, la decisión es suya y está en usted el hacer que su suelo y aquello sobre lo que usted se fundamenta se estremezca de modo que rompa con aquellas creencias antiguas ó aquellas cosas que le dijeron, o bien sus miedos mismos, de manera que pueda caminar libre a causa de lo que Dios le habla y le recuerda.

Como lo puede ver, la fe es un asunto de actitud y perspectiva, no solo de creer, sufrir y esperar, si lo hace a su manera probablemente también suceda, ya que Dios es fiel, solo que va a pasar por muchos momentos incómodos y difíciles que se puede ahorrar si lo hace desde la perspectiva y el ánimo de Dios.

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