Me ha encantado escribir esta serie acerca de los frutos del Espíritu, pues ahora me queda más claro como es que llegamos a este el cual todos anhelan, pero poco alcanzan, curiosamente todas las personas entienden como parte de la obra de Dios en nosotros el poder dominarse o controlarse a sí mismas, y no es casualidad que Dios lo haya puesto al final de la lista, pues también es un fruto mal entendido y le platicaré porque.
Para muchos el dominio propio es una capacidad sobrenatural de aguantarse de actuar de acuerdo a su carne y a su entendimiento ante situaciones difíciles, es como cuando somos ofendidos y decimos hacia adentro de nosotros “Dios te los llevas tú ó te lo mando yo?”, pero si lo pensamos detenidamente, por qué alguien en pleno uso de su razonamiento espiritual y su identidad en Cristo, habría de tener pensamientos y sentimientos carnales?, por qué alguien que ama, es paciente, se entiende bueno y es bondadoso, alguien que es generoso y fiel tendría pensamientos del mundo?, y por qué tendría la necesidad de aguantarse de no reaccionar de acuerdo a su instinto?, entonces como dice la palabra, no sería de Dios sino del Diablo, y justo por eso el dominio ó control propio no funciona como ellos esperan.
El dominio propio tiene que ver con la visión, con la capacidad de entender qué es lo que provocará cada una de nuestras palabras y el resultado de nuestras acciones, el dominio propio tiene que ver con el hecho de no solo hacer lo correcto, sino de entender lo correcto antes de que suceda y antes de que tengamos necesidad de hacerlo, el domino propio a causa de el resto de los frutos del Espíritu que ya hemos visto, nos ayuda a entender la motivación de los corazones de las personas de manera que podamos no solo actuar en consecuencia, sino a favor suyo y desatemos el poder de Dios para sus vidas.
Lejos de aguantarnos, el dominio propio tiene que ver con el desatar nuestra naturaleza y en vez de guardar nuestro temperamento, empezaremos a dar a los demás lo mejor de nosotros, para qué querría Dios poner en nosotros un fruto que guarde nuestras emociones y nos haga sentir frustrados a causa de ser víctimas de las injusticias de las que somos objeto a causa de ser cristianos?, no!, por el contrario, el dominio propio nos impulsa siempre a pensar y ver hacia adelante y siempre, créame, siempre a dar, dar qué?, lo mejor en nosotros, todos los demás frutos de los que ya hemos hablado, es como si el dominio propio fuera el catalizador del resto de los frutos del Esṕiritu.
A poco no le encanta cuando Dios le cambia la perspectiva de las cosas?, qué interesante es ver las cosas con la óptica de Dios y poder aplicarlo a su vida, no lo cree?
El problema está en que en muchas ocasiones caminamos en nuestra fe, entendiendo las cosas como el mundo las ve, ó bien con la expectativa de que las personas a nuestro alrededor puedan ver y aprobar el cambio en nosotros, pero sabe, no es de esa manera, en realidad no somos capaces de cambiar, pero si somos capaces de hacernos dóciles a Dios para que sea Él quien nos transforme y nos regrese a nuestro estado natural, es decir a su imagen y con la capacidad de expresar su naturaleza (semejanza), y será justo ahí donde no solo las personas noten nuestro cambio, sino les sea tan atractivo que decidan adoptar nuestro nuevo estilo de vida y seguir a Cristo, reconociendo que es natural en ellos también.
El dominio propio no es un ejercicio de esfuerzo y contención, el dominio propio debe de sentirse como una liberación de por fin poder actuar de acuerdo a nuestro diseño y con plena libertad de decir y hacer lo correcto, el dominio propio tiene que ver con la alegría de poder hacer cosas que vimos y escuchamos de parte de Dios y que simplemente sabemos como hacer, pues siempre estuvo en nosotros el llamado para hacerlo, solo esperábamos la instrucción de Dios para que lo desatara.
Como ve entonces?, está dispuesto a desatar el carácter de Dios en usted?, ó sigue pidiendo a Dios que le de la capacidad de contener a su viejo hombre que pretender tomar control de usted constantemente?