Cuantas veces hemos escuchado frases como “me cansé de amar” ó “amor con amor se paga” ó “te amo de aquí hasta la luna”?, es interesante, pero todas esas frases no hablan de amor, sino de enamoramiento, pues todas ellas tienen que ver con nuestra manera almática de amar, es decir “querer”, en otras palabras de acuerdo a nuestros pensamientos y a nuestros sentimientos, y ese tipo de amor es tan pasajero como nuestros pensamientos y nuestros sentimientos mismos.
En ocasiones nuestro amor es tan pasajero como la idea de Dory de “buscando a Nemo”, pues decimos amar a alguien, a algo ó bien a Dios mismo y en menos de lo que lo expresamos verbalmente o lo publicamos en el muro de nuestro Facebook, ya estamos actuando de manera completamente opuesta a nuestra intención de amar.
Sin embargo la Biblia nos enseña que el amor no pasa, y no deja de ser (vea 1 Corintios 13), entonces? Dios nos ama de manera distinta a como nosotros solemos amar?, si en definitiva si, pero no solo eso, sino puso en nosotros la capacidad de amar tal como Él ama y tan constante y tan perfectamente como Él lo hace.
Podría hacer referencia a la canción de José José que asegura que casi todos sabemos querer, pero pocos sabemos amar, y es muy cierto, aunque el fundamento que Dios tiene es mucho más sólido que lo que José José asegura en su canción.
Dios basa y fundamenta su amor en el conocimiento, Él nos creó, sabe como es nuestro carácter y sabe como vamos a reaccionar, le queda muy claro que habremos de pecar y aún así decide a favor nuestro todo el tiempo, eso es amor y no lo que la televisión nos enseña hoy en día, sobre ese amor que se hace víctima del otro y no es capaz de perdonar la infidelidad ó bien es capaz de matar por “amor”.
De la Biblia entendemos que no somos capaces de amar verdaderamente a quien o algo que conocemos adecuadamente, es por eso que el Espíritu Santo nos da común fruto el amor, pues lejos de una emoción, el amor nos es la capacidad de conocer más allá de lo que nuestros ojos ven, tanto a las personas, como a Dios mismo, nos enseña a conocer las intenciones del corazón de las personas y de Dios, de manera que sabremos cómo habrán de reaccionar y de como vivir con las decisiones de las personas, aunque estas pudieran no favorecernos.
Es por eso que quien no conoce a Dios no puede amarlo, y es por eso que las personas le son infieles todo el tiempo, porque incluso se atreven a hacer juicio contra Dios, ya que no conocen sus motivos y no le conocen a Él.
Conocer a Dios significa saber cuales oraciones no serán respondidas, pues no son de acuerdo a su corazón y conocerle es saber cómo hacer que cumpla cada uno de los anhelos de nuestro corazón, pues sabemos como hacernos íntimos con Él y no simples seres convenencieros que entran y salen a su presencia según su necesidad.
El Espíritu Santo pone en nosotros el fruto del amor, como una capacidad sobrenatural de amar a las personas tal como Dios nos ama a nosotros, no aceptándonos como somos, sino con la seguridad de las cosas que habrán de cambiar en su tiempo, el amar como Dios nos enseña, hace que el mundo se sienta cómodo con nosotros, pero a su vez retado a ser congruente, y a no dejar de evolucionar a la estatura perfecta de Yeshúa (Jesús).
Hay muchas personas que confunden el respeto con el amor y con ello pretenden que las personas simplemente las acepten como son, y luego le ponen el titulo de amor, pero eso es completamente opuesto a lo que la Biblia nos enseña, el amor tiene una medida, esa medida es Cristo mismo, pero no Cristo como algo lindo de qué hablar, sino Cristo expresado en nuestro carácter y dándonos la capacidad de dar la vida por aquellos que amamos al grado de llamar amigos, pues les conocemos tanto que haríamos lo que fuera para que no se perdieran de nada que los ayude a obtener la recompensa eterna.
Amar tiene que ver con observar y celebrar a Cristo en todas las personas, observar hasta que lo encontremos en ellas y veamos que es lo que Él pretender hacer en las personas, lejos de tratar de cambiarlas hacia nuestra propia opinión.
Amar es un fruto que difícilmente habremos de comer nosotros, ó bien, cuando ha visto que un árbol coma de sus propios frutos?, eso quiere decir que debemos de tener en mente el amar, sin tener en mente el ser correspondidos, pues si lo hacemos de esa manera, solamente seremos heridos, ya que nunca encontraremos a alguien que nos ame de la misma manera y con la misma medida que nosotros lo hicimos.
Por tanto, si quiere usted empezar a dar frutos, empiece por aquel que Dios puso como primero en la lista, el amar, aprenda a conocer a las personas, aprenda a conocer a Dios de modo que los pueda amar tanto que pueda dar su vida por ellos, aunque no sean ó no vivan de acuerdo a su opinión ó sus parámetros.