Alguien en alguna ocasión dijo: las personas no recordarán lo que les diste, pero siempre recordarán como las hiciste sentir, y sabe, estoy muy de acuerdo con esto, vivimos constantemente relacionados con como nos hacen sentir las diferentes personas, situaciones y nosotros mismos, de hecho es algo que pareciera regir nuestras relaciones personales.

Por tanto no me sorprende en lo absoluto que Dios nos hable de frutos y que estos frutos tengan que ver con nuestro carácter y específicamente con como otros personas se pueden llegar a sentir tratadas por nosotros, es por eso que me emociona leer textos como Gálatas 5:22-23 que dice: En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!

Note que este texto tiene 2 elementos especiales, bueno en realidad varios, pero 2 en específico de los que quiero hablarle, primeramente nos habla de que estos frutos vienen del Espíritu, es decir no son intencionales, sino van un poco más allá vienen de la naturaleza misma de alguien que entiende que el dar es parte de su naturaleza misma y que esta no depende de los factores exteriores y mucho menos de sus emociones, el Espíritu y las emociones son contrarios entre sí, por tanto nos dice que no podemos conformarnos con ser “buenas personas” y de vez en cuando expresar uno de estos frutos y otros no, con la excusa de que estamos pasando por un “proceso” de Dios, al contrario, aquel que es de Dios es del Espíritu y tiene la capacidad constante de dar cada uno de estros frutos cuando le sea necesario y segundo, me encanta que el texto termina con un “no existen leyes contra estas cosas”, es decir, no hay manera de equivocarse cuando damos frutos que vienen del Espíritu de Dios, pues entendemos que al ar frutos estamos apelando a nuestra naturaleza a imagen y semejanza de Dios, por tanto los frutos son perfectos como el Dios que los inspira, genial, no?

En los próximos días hablaremos detenidamente de cada uno de estos frutos, con la intención de darnos una idea y aprender cómo es que estos frutos se dan en nosotros y lo más importante, el impacto que tienen en los demás que tienen acceso a ellos.

Si lo nota, la Biblia tiene una concordancia perfecta, todos los temas están entrelazados y todos los temas dependen el uno del otro, Dios creó a Adán y a Eva en un jardín y lo primero que dijo Dios cuando salieron de éste jardín fue “den frutos” (Gen 1:28), y a lo largo y ancho de la Biblia Dios llama a los hombres árboles, pues les recuerda esa función especial que tienen, que es el dar a otros para que se alimenten del resultado de la intimidad con Dios y del conocimiento de su Palabra, el que no da, no se puede entender como hijo de Dios, pues actúa contrariamente a su naturaleza, tanto la de Dios, como la propia.

Ahora es cuando entendemos aquella famosa frase que dijo Yeshúa (Jesús) “es más bienaventurado el dar que el recibir” y no porque hace sentir bien, sino porque da la libertad de expresar quienes somos y el realizarnos por medio de algo tan natural como el dar para renovarnos constantemente.

Es por eso que muchas personas no entienden el como “orar” adecuadamente, porque lejos de orar, solo piden y piden y piden, en vez de ir a la presencia de Dios a escuchar y ser recordados de su naturaleza, recibir instrucción de qué y cómo dar, para que sea desatado el Reino de los Cielos en ellas.

La cita de hoy nos dice que seremos reconocidos por nuestros frutos, o bien por lo que demos, pero esto no aplica solamente a las personas de este mundo, sino también al Reino de los Cielos, ciertamente hay una promesa de reconocimiento y de abundancia del Espíritu y las cosas que hay en el Reino de los Cielos para aquellos que no se resisten a expresar su naturaleza a semejanza de Dios y dar todo lo que tienen, incluso su vida por alguien más, que de paso nos dice la misma escritura que es la mayor expresión del amor.

Ahora bien, está en usted el decidir, prefiere seguir en el anonimato y rezar “humildemente” para que Dios le dé algo, ó prefiere ser de los que arrebata bendición y va a la presencia de Dios a que llene sus oídos y su corazón de poder y cosas asombrosas para dar y conquistar al mundo?

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