Una de las cosas más sanas que podemos hacer en nuestra relación con Dios es detenernos un momento y recordar el orden de cómo es que son las cosas y cómo es que nos debemos de comportar con y para con Dios.
En muchas ocasiones vamos a lo que nosotros llamamos o entendemos como presencia de Dios que por lo general solo son nuestros pensamientos y le pedimos cosas periféricas que complementan nuestra vida o la hacen mejor, pero en realidad no permitimos que Dios toque esas cosas esenciales o medulares que realmente afectan quienes somos, lo ha pensado?
Normalmente nuestra oración se trata de las cosas que Él tiene que hacer por nosotros o las cosas que quisiéramos que Él nos convenciera que hagamos, pero pocas, muy pocas, me puedo atrever a decir que en muy raras y esporádicas ocasiones tenemos un plan o sabemos hacia donde nos pueden llevar las cosas que Dios pueda hacer por y en nosotros.
En otras palabras, no tomamos en cuenta que somos una obra en proceso, es decir, el día que decidimos nacer de nuevo, hicimos un pacto con Dios donde le entregamos el control de nuestras vidas, pero eso fue solamente en intención, ya que a partir de ese momento tenemos que hacer que nuestras palabras estén respaldadas por nuestros hechos y primeramente tomarle en cuenta en nuestros asuntos cotidianos y segundo aprender a darle más peso y más valor a su voz que a nuestros pensamientos y a nuestros sentimientos, y eso no es cosa sencilla si no estamos conscientes de a donde vamos.
Wow!, lo notó?, lo dije muy claro, por si no lo leyó ahí va de nuevo “somos una obra en proceso”, es decir todo empezó el día que decidimos nacer de nuevo (si no lo ha hecho, haga click aquí para saber cómo) y desde ese día las cosas van de acuerdo a un plan y con un objetivo específico, el regresar a la imagen y con la capacidad de expresar la naturaleza de Dios (semejanza) de la que nos habla Génesis 1:26.
Y es en cuando tenemos la consciencia de cuando empezamos ese proceso y de hacia donde vamos en nuestra relación con Dios que dejaremos de tener encuentros esporádicos con Dios y citas en donde los silencios incómodos hacen que pasemos poco tiempo con Él y empezaremos a agendar encuentros con un objetivo y con un sentido, en donde Él tendrá más que decirnos acerca de lo que planea para nosotros y lo que tiene que decirnos y lo que hace en nosotros cobra una importancia tan grande que nuestras necesidades y peticiones se ven pequeñas ante la impresionante obra perfectamente planeada por Dios para nuestra vida.
A veces pensamos que porque no vemos a Dios físicamente las cosas son diferentes a como lo son en nuestra vida cotidiana, pero la empresa de Dios no es diferente a las empresas del mundo, todas tienen un objetivo y reuniones agendas con objetivos específicos a seguir de acuerdo a un plan maestro, y nuestro plan maestro es llegar a la estatura de Yeshúa (Jesús), para que dejemos de excusar nuestras imperfecciones y debilidades con un “sólo soy un ser humano” y podamos conscientemente decir, soy una obra en proceso y cada día soy mejor y más cercano a la perfección, emocionante, no?
Que genial cuando dejamos de ver las cosas desde nuestra óptica y las empezamos a ver desde la óptica de Dios, no sé usted, pero después de leer estas líneas, me urge tomar un tiempo a solas con Dios para ir a orar y darle continuidad a ese plan perfecto que Dios ha diseñado específicamente para mi!
Sólo de esa manera lograremos que Dios sea parte de nuestra agenda y no de nuestros asuntos “por hacer”, cuando entendamos que sólo somos nosotros los que podemos darle paso a que siga ejecutando su plan de acuerdo a la consciencia que tengamos de ese plan y que tengamos los ojos puestos en la meta y no en el día a día, como ve? se suma a la agenda de Dios?