Decir que creemos en Dios es la cosa más sencilla que existe, cualquiera lo puede hacer, y creo que todos creemos en Dios y sabemos que existe, aun cuando no hayamos sido testigos de su poder ó no nos sintamos objeto de su amor, el detalle esta en creerle a Dios y hacernos partícipes de su palabra, pues es ahí donde veremos su poder y su favor reflejado en nosotros.

La pregunta que nos debemos de hacer es si verdaderamente nos interesa tener una relación con Dios o si más bien nos interesan solo su beneficios, ya que es en base a ellos que medimos nuestra relación con Él, es decir, cuando las cosas van bien y de acuerdo a como las pedimos a Dios, pensamos que nuestra relación está bien con Él, pero cuando las cosas no van bien y no recibimos lo que pedimos, normalmente pensamos que las cosas no van bien y que de alguna manera, Dios está a disgusto con nosotros.

Es por demás interesante pensar que la mayor parte del tiempo nos interesan más los beneficios que Dios nos puede dar que Dios mismo, siendo que Dios es la fuente interminable no solo de los beneficios sino de muchas cosas más, sin embargo casi siempre preferimos ignorar este hecho y nos pasamos la vida persiguiendo señales y beneficios que pasar tiempo en presencia y compañia de aquel Dios al que tanto decidimos amar y tan poco tiempo invertimos en pasar con Él.

Moisés entendía bien esto, tras haber el pueblo de Israel pecado y hecho un becerro de oro para adorar, Dios decidió no pasar más tiempo con ellos, y esto dejó a Moisés en absoluto pánico, pues Dios le estaba dando al pueblo lo que todo “creyente promedio pediría”, todos los beneficios, sin tener que ir a la intimidad con Dios!, pero no se trataba de eso!

Imagínelo, Dios envió a un ángel para que fuera delante del pueblo, envió todos sus beneficios, para que al pueblo no le faltara nada, pero Él no iría con ellos, por atractivo que esto suene, la verdad así como a Moisés, a mi me asustaría, porque piénselo, el pueblo no tendría más problemas, no tendría más angustias, no habría quien se le enfrentara, tenían la garantía de una vida tranquila, por lo cual nunca más tendrían que esforzarse por absolutamente nada!, todo lo que necesitaban estaba dado, por lo que su vida mediocre estaba por comenzar, iban a morir de aburrimiento y comenzarían a pecar porque no tendían nada más interesante que hacer!, obvio que Moisés estaba preocupado!

En nuestra vida en Cristo, las luchas y las batallas son constantes, porque ellas nos dan victorias constantes, nos hacen crecer, nos permiten darnos cuenta de las cosas que Dios ha puesto previamente en nosotros, no nos permite bajo ninguna circunstancia el detenernos y dejar de crecer, y cada reto será más grande y más difícil que el anterior, la tranquilidad no será parte de nuestra ecuación, ya que la tranquilidad no nos sirve de mucho, pero la paz de saber que estamos en manos de Dios y que Él es quien nos garantiza el bienestar, el crecimiento y los constantes triunfos, esa es la que Dios nos promete y la que ensalsa nuestra vida.

Fue por eso que Moisés rogó desesperadamente a Dios que no dejara al pueblo y que por ninguna razón podía dejarlos a cargo de un ángel, era una muerte segura la que les esperaba si lo hacía de esa manera.

Por tanto, le invito a reflexionar, qué es lo que usted ora?, qué le pide usted a Dios, quiere solo sus beneficios?, o lo quiere a Él en su vida?, ya que si lo quiere a Él, tiene que estar dispuesto a luchar, a esforzarse y a moverse todo el tiempo, para que viva una vida entera experimentando la paz verdadera donde Dios tiene el control de cada una de sus situaciones, pero si lo que quiere es tranquilidad y una vida sin altibajos, pida a Dios un ángel como lo hizo en aquella ocasión, solo que no se queje cuando el aburrimiento y el pecado que este causa le estén acabando la vida.

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