Alguna vez se ha preguntado que pasaría si no se acerca a Dios, que pasaría?
Muchas personas son de la idea de que no pasa nada, pues por lo general creen que por el hecho de que no les ha pasado nada malo por ello, a Dios no le importa mucho que usted se acerque o no.
Otro grupo de personas creen que les pasan cosas malas porque no se acercan a Dios, por tanto entran y salen en una relación imaginaria con Dios cada vez que las cosas no pintan del todo bien y tratan de hacer pequeños gestos y sacrificios para “agradar” a Dios y convencerlos de no castigarlos, como si Dios fuese un Dios castigador.
Pero en realidad qué es lo que pasa si no nos acercamos a Dios?, qué es lo que nos jugamos?, de qué nos perdemos?, o simplemente estamos desperdiciando nuestro tiempo?
Recuerdo claramente que en alguna ocasión un hombre me dijo “deja la religión para los viejos, disfruta de tu juventud, diviértete, equivócate, pórtate todo lo mal que puedas y cuando seas viejo, acércate a Dios y pídele perdón por todo lo que hiciste y muere en paz.
Lo interesante es que quien me dio el consejo no tenía la más mínima intención de acercarse a Dios, a pesar de que su edad era avanzada y se consideraba un hombre sabio, o al menos de eso se jactaba, sería acaso un mal ejemplo?, la verdad no lo sé, pero lejos de preocuparme por eso, me metí con Dios a preguntar que pasaba con alguien que no se acercaba a Él.
Como siempre, la respuesta de Dios no se hizo esperar, no solo fue clara y directa, sino sumamente ilustrativa, es decir, llena de detalles minuciosos y le quiero compartir algo de ello y esto tiene que ver con la vida de Esau quien decidió simplemente no acercarse.
Esau era el hijo primogénito de Isaac, era el heredero del Patriarcado, es decir, le tocaba ser la cabeza de la familia y quien recibiera doble herencia solo por el hecho de nacer primero, era quien tendría el privilegio de cuidar, honrar y enterrar a sus padres y era quien daría hijos al pueblo de Dios para que gobernaran por la eternidad, pero qué pasó?
Ciertamente Esau estaba confiado de que su lugar estaba asegurado y que solo por haber nacido antes que su hermano Jacob, tendría su heredad y su papel se habría de cumplir, hasta que cometió el más grave de los errores, el intercambiar su primogenitura por un plato de lentejas.
Y no es el hecho de haber pedido un plato de lentejas en sí lo que le hizo fallar, sino la actitud con respecto a su primogenitura, para que pueda usted compararlo, es como si intercambiara usted un diamante de 15 kilates por una goma de mascar, en otras palabras intercambió su destino por satisfacer un impulso, intercambió lo más importante que tenía por algo que quería en ese momento.
El estar dispuesto a intercambiar su lugar de privilegio por un plato de lentejas, hizo que perdiera los beneficios de ser el primogénito, cuando se dio cuenta de lo que hizo tomó decisiones peores aún, tomó esposas de la casa de Ismael, y se comportó de la manera contraria a como se comportaría un Patriarca del pueblo de Dios, y después de eso, fue siempre cola y no cabeza como promete Deuteronomio 28, y de su descendencia ni quien se acuerde hoy en día, todo lo contrario de su hermano quien si hizo las cosas de acuerdo al modo de Dios y de quien si se habla hasta hoy en día.
Y no es que Dios castigara a Esau por vender su primogenitura, le recuerdo, Dios no castiga a nadie, pero Dios tiene un plan, el cual va a suceder, con, sin y a pesar de usted, por tanto si usted no está dispuesto a cumplir con su plan, Dios hará como hizo con Esau, encontrará a alguien quien si este dispuesto y quien si quiera hacer las cosas y usted solo verá pasar las oportunidades y las satisfacciones enfrente de usted.
Imagine si hubiera hecho yo caso a aquel hombre quien me aconsejó esperar a mi vejez para acercarme a Dios, me hubiera perdido del privilegio de escribir los miles de devocionales y reflexiones que he escrito y me habría perdido de la bendición de ser instrumento de Dios para sanar a muchos y enseñar a otros tantos y hubiera estado siempre a la merced de mis propios esfuerzos en vez de estar sujeto a la gracia de Dios, estaría todo el tiempo sembrando algo que no se si cosecharía siendo que hoy cosecho cosas que no he sembrado yo, pero que el Padre siembra por medio mío.
Piense esto, entre más tiempo espere, más difícil le será acercarse, pues la culpa y la indecisión le impedirán hacerlo, pero si lo hace hoy, empezará a cosechar pronto y conforme las promesas de Dios se vayan cumpliendo en usted, tomará más fuerzas, más ánimo y vivirá una vida siempre en aumento, tal como Jacob lo hizo.
Por tanto, cómo le quiere hacer, como Esau o como Jacob?, quiere arriesgarse a que se le pase el tiempo o prefiere vivir como heredero desde el día de hoy?