Por alguna razón a las personas les encanta pensar y decir que se encuentran en medio de un proceso de parte de Dios o bien que Dios está tratando con ellas, y pareciera que Dios está queriendo convencerlas de que “se porten bien”, para que las pueda bendecir.
La verdad es que todos sabemos lo que está mal en nuestras vidas y las cosas que tenemos que hacer, pero no todos estamos dispuestos a hacerlas, por ello nos justificamos y nos queremos convencer a nosotros mismos de estar en un proceso que en realidad no existe.
Piénselo de esta manera, cuanto tiempo le toma a Dios el perdonar nuestros pecados?, verdad que su perdón es absoluto como inmediato?, de la misma manera Dios puede transformarnos y hacer cambios en nosotros, pues todo lo que necesitamos es estar dispuestos a que lo haga y así sucederá, no necesitamos el pasar por un proceso.
Es como aquellas personas que dicen estar preparándose para servir a Dios y a otros y nunca lo llegan a hacer porque nunca terminan de prepararse y nunca empiezan a servir, pues pretenden llegar a alcanzar una medida que Dios nunca les puso y que en realidad no existe.
Cuando pienso en esto, me viene inevitablemente a la mente la anécdota del cojo frente a la puerta del templo, al cual Pedro le dijo “no tengo oro ni plata, mas lo que tengo te lo doy” y el cojo entendió que con el toque de Pedro no solo recibió la sanidad, sino todo lo que había en el, su amor por Dios y las prioridades que había en su corazón, de manera que de inmediato supo que hacer y entró al templo a adorar a Dios, no tuvo que pasar por ningún proceso, ni tuvo que aprender a hacerlo, simplemente se entendió como hijo de Dios y cumplió cabalmente con su papel.
Es por eso que debemos de darle chance a Dios de ser Dios, es decir, tenemos que entender que es Él el todopoderoso y que somos nosotros sus instrumentos, que todo lo que debemos de hacer es ser santos y con esto no digo que seamos buenos, sino apartados como es el significado de la palabra santos, en donde nuestra prioridad sea Él y con ello dice la palabra que Él pone en nosotros el querer como el hacer, es decir, si permitimos que Él sea nuestro Señor y rija nuestras vidas, entonces hasta las ganas de hacer las cosas nos dará, pues entenderemos sus motivos y los haremos nuestros.
Lo ve?, se da cuenta de cuanto tiempo hemos invertido en pasar por procesos que no nos sirven para nada?, todo lo que debemos de hacer es amar a Dios y conocerlo por medio de su palabra, y Él nos utilizará todo el tiempo si lo permitimos.
A diario me encuentro con personas que están tratando de reconstruir sus matrimonios y se encuentran en procesos de perdón y restauración y olvidan que si Dios los perdona de inmediato y olvida que los perdonó, ellos tienen la misma capacidad y responsabilidad de hacerlo y que desde el momento que se casaron y se pusieron de acuerdo, son una misma carne, por tal no hay nada que restaurar entre ellos, a menos que nunca hayan sido una sola carne y sea esa la raíz de sus problemas, cosa que es bastante común.
Hay personas que dicen tener una relación con Dios, pero dicen no saber orar, y pretenden pasar largo tiempo en medio de otras personas que tienen más experiencia, para “aprender”, siendo que realmente es solo una excusa para no hacer la parte que les corresponde.
Piénselo de esta manera, desde el momento que decidimos hacer de Yeshúa (Jesús) el Señor y Salvador de nuestras vidas, quedamos libres de pecado y en condición de hijos, desde ese mismo instante, quedamos 100% capacitados para servir a Dios, ya que su naturaleza es depositada en nosotros, por tanto, solo nos hace falta el decidir hacerlo y dejar de pensar que tenemos que pasar por un proceso del cual la Biblia no habla.
Es un hecho que tenemos que crecer y no lo dejaremos de hacer nunca, y pasaremos por un proceso de perfeccionamiento, pues la medida de Cristo es nuestra meta, pero si nos escudamos en los procesos que nos inventamos y atribuimos a Dios, nos mantendremos en tinieblas como lo dice la cita de hoy, por tanto debemos de entender las cosas como son, cada día habremos de ser perdonados de nuevo y cada día seremos limpiados y purificados, para ser parte de un cuerpo y un pueblo que refleja a Dios todo el tiempo.