Uno de los más comunes errores de las personas que pretenden tener una relación con Dios, es el pensar que todo se trata de ellas.
Como lo hemos comentado en las pasadas semanas, nuestro desconocimiento de Dios nos orilla a que solamente nosotros y nuestros asuntos sean tema de conversación entre Dios y nosotros, ya que no tenemos otra cosa de qué hablar, pero Dios si tiene mucho de qué hablarnos, porque no solo conoce el universo y la creación, sino nos conoce a nosotros y el papel que jugamos en su Reino y es justo de eso de lo que nos quiere hablar.
Pero es cuando no escuchamos “esa» respuesta que queremos, que decimos no escuchar su voz y nos cerramos a todo hasta no recibir la respuesta anhelada y solemos incluso negar el que nos hable.
Creo que no hay día que alguien me pregunte “cómo escuchar la voz de Dios?”, mi respuesta es en todos los casos “cómo no escuchar la voz de Dios, si es lo más fuerte y mas evidente que hay?”, solo que debemos de entender que la voz de Dios no se trata de nosotros, se trata de nuestro papel y nuestra función en el Reino de Dios.
Es justo ahí donde la famosa cita de Mateo 6:33 se hace verdadera “buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás les será dado por añadidura”, esto es algo similar a ir a trabajar todos los días, en nuestros trabajos, velamos por los intereses de nuestro amo o patrón y éste se preocupa por entregarnos regularmente un salario que cubra nuestras necesidades económicas, y con Dios sucede algo similar, ya que no estamos trabajando para alguien ajeno y no es un intercambio lo que hacemos con Él, sino trabajamos en y para el Reino del cual somos coherederos.
Por tanto solo debemos de procurar momentos de tranquilidad a lo largo del día y conocer la palabra de Dios y nos daremos cuenta que la voz de Dios está ahí todo el tiempo, y que todo el tiempo Dios tiene palabras de vida para nosotros como lo promete en su palabra, pues cada vez que actuamos conforme a la voz de Dios, nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu se vivifican, ya que están haciendo aquello para lo que fueron creados.
Hay quienes pierden la noción de quienes son y creen que Dios está ahí para convencerles ó rogarles y se atreven a decir “dame una señal para comprobar que existes”, como si tuvieran derecho a ello, y es probable que Dios se las de, ya que nada es imposible para Él, y su amor va más allá de nuestro entendimiento, la pregunta del millón, es que haremos una vez que hayamos recibido la señal, ya que todo lo que sale de la boca de Dios, tiene un propósito y ese propósito es eterno, de modo que solo dará señales a aquellos que estén dispuestos a ser transformados por su voz y su señal, quienes no, son simplemente necios que no tienen idea de quienes son, ni el Dios que tienen, sus corazones están endurecidos a causa de su necedad.
Por tanto, la respuesta a la pregunta “cómo hago para escuchar la voz de Dios?” es simple, debemos de estar abiertos a que Dios nos habla todo el tiempo, pero no nos hablará de nosotros, nos hablará de sus propósitos y de aquello en lo que nos hacemos parte de su Reino, ya que necesita que confiemos en Él para que a su vez Él pueda cumplir lo que ha prometido, y para saber que es lo que espera de nosotros y qué es lo que nos ha prometido, debemos de conocer su palabra, para que no confundamos su voz con nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, ya que es algo común entre las personas.
Hay quienes viven bajo el moto de “nadie escarmienta en cabeza ajena”, Dios opina diferente, y precisamente por eso no dejó su palabra, para que aprendiéramos de los errores y aciertos de los hombres y mujeres de la Biblia y vivamos una vida de acuerdo a su plan, que es siempre en crecimiento y siempre hacia adelante, es su decisión si vive como Dios manda, o si prefiere como necio experimentarlo todo por usted mismo y tardar mucho tiempo en entender algo que Dios le puede revelar en segundos para que viva usted mejor.