En ocasiones hay cosas básicas de nuestra fe que olvidamos, y entre ellas está el que Dios no se parece a nosotros, ni pretende hacerlo.

Esto se lo comento, porque hay quienes aseguran que Dios se ha enojado con ellos, hay quienes dicen que “a lo mejor no es voluntad de Dios que se casen”, o que tal vez no esté dentro de su voluntad que alguien tenga hijos, o que simplemente les dejó de hablar, siendo que son cosas que Dios promete en su palabra y que no dejará de hacer, pues esa es su naturaleza y no eso que entendemos de acuerdo a nuestras circunstancias.

La verdad es que somos nosotros los que somos volubles y cambiamos de actitud para con Dios de acuerdo a lo que nos pasa, si nos va bien, lo olvidamos y con mucho esfuerzo le damos gracias, pero en realidad no le hacemos parte de nuestro día, hay quienes se enojan con Dios pues no les da aquello que le piden y piensan que tienen derecho a hacerlo, hay quienes pretenden hacerle “manita de puerco” a Dios o bien chantajearlo haciendo un par de cosas buenas para obtener su favor como si Dios tuviera necesidad de hacer intercambios con nosotros para bendecirnos.

Por último están aquellas personas que creen que pueden tener confianza con Dios y decirle “dioscito» o “chuy”, pasando por encima de su majestad y pretendiendo que otras personas crean que su relación con Dios es tan buena como para que Dios se rebajara de nuevo al nivel de humano o de amigo suyo para bendecirles.

La verdad es que precisamente por eso Dios nos dejó su palabra, para que aquel que decida amarlo le conozca y le obedezca, como primer señal, segundo, para que conociendo a Dios, pretenda en todo tiempo el regresar a su estado natural a su imagen y semejanza, es decir, en vez de hacer a Dios pequeño, nos hagamos grandes nosotros y nos parezcamos a Él, y una de las cosas mas importantes de todas, para que seamos firmes y no cambiemos de opinión a cada instante.

La Biblia declara que Dios fue, es y será siempre el mismo, Él no cambia con los tiempos, ni se adapta a las circunstancias, Él creó el universo y todo lo contenido en el para que le rinda honor y alabanza (eso nos incluye a usted y a mi también), de modo que una de las cosas que recuperaremos, será la capacidad de ser congruentes con nuestras palabras, es decir, a vivir conforme a lo que hablamos, y obviamente a ser mas sabios para hablar, y a nunca cambiar de opinión para con respecto a Dios y nuestra relación con Él, tal vez crecer, pero no cambiar.

Esto se lo platico, pues cada día veo a cientos y cientos de personas cometer errores y arrepentirse de ellos y tratar de comenzar de nuevo en su relación con Dios desde ceros, y pareciera que en cada ocasión es mas difícil y esto es por una simple razón, Dios no empieza desde ceros en cada ocasión, Dios tiene un plan para nosotros y dentro de ese plan está el que fallemos, para que nos podamos volver a levantar de nuevo, obviamente tomados de su mano y seguir desde el punto donde estábamos cuando nos caímos o fallamos, para que de ese modo podamos ser como Él y de acuerdo a su naturaleza.

Es cierto que Dios hace todas las cosas nuevas, pero no las hace todas de nuevo, pues sería muy tonto empezar de ceros en cada ocasión, en donde quedaría la experiencia y lo aprendido?, es por eso que nos dejó citas como la de hoy, para recordarnos que si en alguna ocasión decidimos nacer de nuevo (http://www.devocional-diario.com/wp/esa-oracion/), lo cual podemos hacer una sola vez, Él a su vez pacta con nosotros y toma la decisión de transformarnos a su imagen y semejanza de nuevo y aun cuando nosotros fallemos, nos alejemos o decidamos dejar de lado nuestro compromiso, Él cumplirá lo que prometió y cada vez que logre captar nuestra atención, retomará desde el punto donde nos quedamos  nos llevará a ser mejores y cada vez mas grandes que antes, así como funcionan las cosas en el Reino de los Cielos.

Espero que se emocione como yo lo hago al entender esta verdad tan impactante, y que medite en la diferencia de como suceden las cosas en el Reino de los Cielos y de como suceden en la tierra, para que cada vez que fallemos o cada vez que caigamos, tengamos la confianza de levantarnos y seguir adelante, entendiendo que Él ya pago el precio por nuestro error y nuestra debilidad y que tiene apuro por llevarnos a una vida gloriosa de gobierno en la tierra que venimos a arrebatar para Él.

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