La Biblia nos enseña que la fe no se trata de creer en lo que queremos, sino de creerle a Dios y que toda y cada una de las palabras de la Biblia son verdad y serán cumplidas en tiempo y forma, es decir, debemos de estar enamorados de lo que hará y no de lo que queremos.

Esto lo digo porque he visto a muchos desviarse en su fe, pues cuando reciben lo que piden, ponen en primer lugar aquello que recibieron y en segundo a Dios, a veces pareciera mas importante lo que recibimos que la fuente de donde proviene y por tal tenemos tantos problemas para relacionarnos con Dios, ya que cuando la necesidad se presenta de nuevo, la culpa nos domina y nos impide fluir adecuadamente delante de Dios.

La fe verdadera tiene su fundamento en la palabra de Dios y en el entendernos como parte del cumplimiento de la misma, es decir, cuando tenemos fe, cuando le creemos a Dios tenemos que entender que las cosas no sucederán como por arte de magia, sino que somos nosotros quienes provocaremos lo que pase y seremos los instrumentos que Dios use.

Nota la importancia de lo que estoy diciendo, somos usted y yo los responsables de desatar el poder de Dios sobre la tierra, es decir, somos nosotros quienes declararemos las cosas que habrán de suceder por medio de la profecía, no en balde nos sugería Pablo el Apóstol que procurásemos el profetizar tanto como pudiéramos, ya que eso nos mantendría en constante funcionamiento, también las sanidades tienen que ver con la imposición de las manos por parte nuestra, no con la oración sino con el creer que lo que Dios ha puesto en nuestro interior (salvación, amor, poder y dominio propio) se pueden transmitir a otros para que todo lo relacionado con la muerte y lo ajeno a Dios sea expulsado de manera inmediata de aquellos que padecen enfermedad, pero no es ni el profetizar ni el imponer manos lo que hace el milagro, sino el creer que es Dios quien actúa en nosotros y que somos parte de su plan.

La cita de hoy es parte del relato donde 4 jóvenes preocupados por su amigo parapléjico deciden llevarlo a Jesús ya que es la única solución para su malestar, viéndose impedidos por la multitud, deciden subirlo al techo y bajarlo con cuerdas directamente delante del Hijo de Dios, y este asombrado por la certeza que había en ellos de lo que Él había de hacer, le sanó e hizo mención de que fue su fe la que lo sano y solo eso.

Estos 4 amigos sabían y entendían que eran parte del plan de Dios y que tenían que aprovechar cada oportunidad para hacer que lo que esté escrito se cumpliera, por tanto no dudaron ellos en ser el medio para que esto sucediera.

Por tanto, a veces solo nos hace falta la fe adecuada, la fe en la palabra y no en lo que queremos, para que por medio de esa fe nos activemos, porque no se si lo ha notado, que cuando tiene fe en lo que quiere, normalmente esta se torna pasiva, pero cuando tenemos fe en la palabra, esta nos activa, nos mueve y nos hace crecer, tal como sucede con Dios, con su Reino y con su voluntad que no dejan de crecer, evolucionar y moverse.
Le invito a tener una fe activa, déjese mover por la palabra y refleje a Dios en todo su esplendor!

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