En ocasiones no me queda más que asombrarme cuando leo la Biblia y me doy cuenta que hay detalles que he pasado por alto por años por el simple hecho de no leer bien.
Muchas frases importantes las hemos oído de labios de alguien más antes de leerlas y cuando las leemos, nos vamos con la idea de lo que nos dijeron y no con el análisis de lo que estamos leyendo, ahora entiendo a lo que Dios se refería cuando decía repetidamente a lo largo de toda la Biblia “medita en esta palabra de día y de noche”!
Uno de los mejores ejemplos de lo que le digo es el tan famoso caso de Adán y Eva, muchos lo consideran una fábula pues parece imposible que fueran los primeros hombres sobre la tierra y que de ellos saliera toda la humanidad y sabe, es falso, esto alguien nos lo contó y hemos decidido creerlo así, a pesar de que la Biblia nos enseña lo contrario (lea Génesis 6), la tierra estaba habitada cuando Adán y Eva llegaron a ella, todo es cuestión de leerlo y analizarlo.
Esto se lo digo porque nos suele suceder que cuando estamos en situaciones de aflicción o desesperadas, las personas nos dicen “confía en Dios” o «pregúntale a Dios” o peor aún cuando nos dicen “Dios tiene 3 respuestas para ti, si, no, y tengo algo mejor para ti”, esto al igual que la historia sobre Adán y Eva, nos encasillan en una realidad pequeña que no tiene nada que ver con la verdad de Dios, además de que nos ponen en una situación de frustración, porque en nuestra angustia pareciera que no podemos escuchar la voz de Dios, todo parece tan complejo y por más que buscamos en nuestro interior, no escuchamos nada, le ha sucedido?
Esto que le cuento es lo más normal del mundo, es decir, es muy común que las personas no escuchen la voz de Dios y la razón es muy sencilla y se lo voy a explicar.
Normalmente cuando estamos en una situación difícil, de aflicción o de angustia, la verdad es que no nos interesa escuchar la voz de Dios ni lo que tenga que decirnos, lo que nos interesa es una respuesta específica a nuestra situación y de acuerdo a nuestra propia visión de las cosas, tal como “debo aceptar su propuesta de matrimonio o no?”.
Lo interesante es que Dios no interviene en nuestros asuntos cotidianos y mundanos y esto es por 2 razones, primeramente, porque normalmente no solemos invitarlo a este tipo de cosas mas que cuando están las cosas mal o cuando todo parece tan imposible que solo un milagro nos puede ayudar y 2, todo, todo, todo lo que Dios haga en nuestras vidas, tiene un efecto eterno, y uno un efímero, por tanto las cosas no trascendentes, no entran en su agenda.
Además de esto, Él puso en nuestras manos el mejor de los regalos, el libre albedrío, es decir, la capacidad de decidir, y lejos de intervenir en nuestras situaciones cotidianas, nos provee de las herramientas necesarias para hacer buen uso de ese libre albedrío que nos dio (lea Santiago 1:5).
Entonces, que podemos esperar de la voz de Dios?
Esa es una gran pregunta, sabe, mucha gente quiere oír o escuchar a Dios, pero no tiene idea de qué es lo que Dios le puede hablar, ya que normalmente el único tema de conversación entre nosotros y Él, somos nosotros mismos, se ha dado cuenta?, por tanto Dios quiere establecer una verdadera relación con nosotros, un diálogo, donde pueda no hablarnos de nosotros, sino revelarnos los secretos del universo, hablarnos del poder de la vida y la muerte, cosas nuevas que nos acerquen a tener un carácter más como el de Él y no que nos quedemos sentados como niños pequeños, recibiendo aquello por lo que hicimos un berrinche.
El Profeta Jeremías entendía muy bien esto y tomó nota cuando Dios se lo reveló escribiéndolo en la cita de hoy, la cual, así como la historia de Adán y Eva es muy mal entendida en su uso, note como dice “clama a mi y te revelaré cosas nuevas y ocultas que no conocías”, yo lo quiero entender de esta manera y quiero que ponga mucha atención en ello.
En la cita del día de hoy Dios nos dice “ven y ruégame que te haga grande, no te quedes atorado en este problema pequeño, te enseñare las cosas que podemos hacer juntos si confías en mi y los planes que llevaremos a cabo cuando seas mas grande, mas fuerte y mas sabio, a causa de tu fe y mi palabra”
Nota la diferencia?, Dios es un Dios progresivo, Él nunca se detiene, Él siempre anhela que crezcamos y de preferencia que lo hagamos a su ritmo, su voz es ese alimento que nos hará crecer, el cual está lleno de nutrientes nuevos y no de respuestas pequeñas y efímeras.
Por tanto, si anhela usted escuchar la voz de Dios, tiene que tener claro en su mente y en su corazón para qué es que sirve esa voz, para encontrar cosas nuevas fuera de nuestras situaciones, cosas grandes más allá de nuestro alcance pequeño y cotidiano y el poder para ser transformados en seres que reflejen a Dios y no solo que obtengan respuestas pequeñas a oraciones pequeñas.