A veces me asombro de entender como es que vivimos y como es que actuamos, todos decimos tener una relación cercana e intima con Dios, pero vemos sus beneficios como algo lejano y esporádico, decimos que le amamos, pero actuamos como si no le conociéramos y tenemos la idea constante de que algún castigo nos viene pronto, ya que nuestra consciencia no nos deja en paz.
Pero la verdad es muy distinta a eso, la Biblia nos habla constantemente de las consecuencias de la obediencia y de la desobediencia a la palabra de Dios no de ser buenos o malos, es por eso que normalmente Dios no interviene en nuestras vidas, porque normalmente no lo invitamos a ellas, por lo general solo le pedimos cosas que por sabemos no sucederán e ignoramos que aquello que nos sucede ya sea bueno o malo es consecuencia de algo que está escrito y no de algo que Dios hizo o no hizo.
Pero tenemos que entender las cosas como Dios las entiende, Dios no se cansa de llamarnos hijos, herederos, coherederos, Reyes, Sacerdotes, para que entendamos que somos parte de su Reino y cuando nos hacemos parte de ese Reino los beneficios vienen en automático, pero normalmente nos decimos a nosotros mismos no religiosos (sin entender el significado de la palabra religiosos), espirituales (sin atender ni escuchar al Espíritu) y que tenemos una relación con Dios a nuestra manera, siendo que nuestra manera no es algo que exista, realmente es una excusa rápida para no tener que admitir que no tenemos comunicación con Dios.
Cuando pensamos en gobernar para Dios, lo que hacemos es gobernar la tierra para Él, en otras palabras, somos nosotros los actores en esa parte del famoso “Padre Nuestro” que dice “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, es decir, somos nosotros los que nos disponemos a hacer la voluntad de Dios, la cual tenemos que escuchar y conocer obviamente y con ello nos nos convertimos en parte de ese Reino que todos anhelamos.
La cita de hoy es una cita que pereciera dura, pero no lo es, es una cita simple que nos recuerda que si vivimos para Dios y si vivimos para el Reino, debemos de tener siempre a la vista, siempre en nuestra mente y nuestro corazón al Reino de Dios, si el Reino está bien, nosotros estaremos de maravilla, ya que somos nosotros quienes administramos ese Reino.
Por eso cuando nos descuidamos del Reino y empezamos a actuar egoístamente, dejamos de recibir sus beneficios, pues dejamos de servir a Dios y de servir a los demás, y la receta del Reino esta en el servicio, nos debemos a Dios y nos debemos a los demás por amor, y esto no significa solo servir en las iglesias y en las obras de misericordia, hay tanta gente allá afuera con necesidad de amor fraternal, de amor ágape y es tan sencillo dárselo si mantenemos nuestros ojos en Dios y pendientes de su opinión acerca de nosotros y no de la opinión de las demás personas.
Por tanto, si usted es una de esas personas que constantemente pide cosas a Dios y no las recibe y luego se excusa diciendo “Dios por algo hace las cosas”, le está sucediendo aquello que dice la cita de hoy, le invito a que ponga los ojos en Dios y en su Reino y verá como es una vida llena de beneficios y satisfacciones, solo que el desconocimiento de Dios, de su palabra y su Reino nos tenían alejados de ellos.