Por alguna rara razón hemos aprendido a hacer las cosas al revés de como Dios pretende que las hagamos, a lo mejor estamos demasiado acostumbrados a vivir en la tierra, que vemos como algo lejano o como algo imposible el vivir en donde Dios y como Dios lo espera, la eternidad dejó de ser algo que no tiene principio y no tiene fin y se ha convertido en algo que sucederá el día que muramos, o al menos eso es lo que muchos piensan u opinan y todos los conceptos de la Biblia han sido tergiversados, adicionando el hecho de que no los conocemos.
El hombre ha dejado de pensar y se ha limitado a sentir, y hace cualquier cosa con tal de sentir placer y evitar el dolor y el sufrimiento, siendo que en esta inútil lucha, pasa casi todo el tiempo sufriendo y sintiendo dolor pues es víctima de sus propios actos y de vivir bajo el efecto de las circunstancias.
El hombre a desaprendido las cosas del Reino de Dios y se ha acostumbrado a las cosas del mundo, y ha aprendido a que todo debe de ser grande y vistoso para que sea bueno, sin importar que lo grande y lo vistoso pueda ser efímero y pasajero, siendo que el Reino de los Cielos promete cosas eternas que no caducan y que aunque no solo son atractivas, son deliciosas, aunque tienen un precio el cual ya fue pagado por Jesús.
El hombre perdió la dimensión de lo santo, ya que pretende que lo santo sea dejar de hacer cosas agradables por pasar momentos aburridos en presencia de Dios y ha olvidado que santo no significa otra cosa que apartado, en donde todo lo que tiene que hacer es cuidar que nadie mas que Dios entre en su corazón ya que este lugar es el que espera que santifiquemos (separemos) para Él.
El hombre entiende que la prosperidad tiene que ver con la abundancia, pues eso es lo que le mundo enseña, pero no dimensiona que un Dios que todo lo puede, todo lo sabe y está en todo lugar se hizo hombre y lo dejó todo para obtenerlo todo, ya que salvó al mundo con un solo acto de amor, que pareciera sencillo, pero que tiene un significado eterno, más allá de la comprensión terrenal y luego nos invitó a imitarle, de manera que podamos recibir los beneficios del lugar donde Él habita y que son eternos, tangibles, visibles y que dejan ver los deleites de la tierra como poca cosa.
La cita de hoy nos habla de prosperar, pero nos enseña que la medida de la prosperidad se mide con el alma (la cual contiene nuestros sentimientos y nuestros pensamientos), y el alma solo prospera cuando se hace pequeña, de manera contraria a como sucede en la tierra, el dejar que sea nuestro espíritu (el cual nos permite escuchar la voz de Dios) sea quien nos gobierne.
Esto no significa otra cosa que Dios pretende que su voz sea mas importante en nosotros que nuestros propios pensamientos y nuestros propios sentimientos, y será así como nos haremos a su imagen y semejanza.
Hay quienes tienen la errónea idea que hablar con Dios y pedirle cosas se puede considerar como oración, siendo que no es así, el orar tiene que ver con el escuchar la voz de Dios y la disposición a obedecer lo que Dios nos diga, de esa manera seremos prosperados, entendiendo que Dios sabe lo que nos conviene y lo que necesitamos y todo lo que nos habla es con la intención de que aprendamos a vivir conforme a su Reino que es verdaderamente abundante en todos los sentidos y gobernemos juntamente con Él y para Él en esta tierra.
Si nuestra intención es gobernar para Dios, nuestra intención debe de traducirse en hacer que nuestra alma prospere conforme a su voz, que sean siempre sus pensamientos y su voluntad la que venga a nuestra mente y a nuestro corazón aun antes de lo que pensemos, sintamos o veamos como bueno y atractivo para nosotros mismos.