Estamos en un año en el que Dios nos ha hablado de gobernar, y cuando hablamos de gobernar, no hablamos de hacerlo como en el mundo sucede, donde un pueblo le da autoridad a una persona para administrar a un pueblo, sino donde un amo le da autoridad a un mayordomo de administrar, engrandecer y cuidar sus bienes, por tanto el gobernar para Dios se convierte en un acto de fe, pues tiene que ver con el creer.

Y pareciera que creer es una cosa fácil, ya que todas las personas dicen creer en Dios, pero la fe no tiene con el creer en Dios, sino con el creerle a Dios, es decir, si no conocemos a Dios y no sabemos que es lo que ha dicho y las instrucciones que nos ha dado, no podemos creerle y por tanto nos es difícil tener fe.

Esto se lo cuento, porque la fe nos tienes que llevar a la acción, es decir, una fe que solo es pasiva no tiene efecto, es estéril, no da fruto y termina por conducir a la locura, pues quien dice tener fe, se frustra por no recibir respuestas de ese dios en el que dice creer.

Hay muchas personas que dicen tener fe en las cosas que Dios va a hacer, y por lo general esas cosas que esperan que Dios haga, están mas relacionadas con ellas que con Dios, por tanto lo más probable es que no sucedan y no porque Dios no las quiera hacer, sino porque el Reino de Dios que está descrito en la Biblia funciona de manera distinta y no como muchos de nosotros quisiéramos.

En otras palabras, la fe se trata de la palabra de Dios, es decir, en lo que debemos de creer es en lo que está escrito y el Dios de la Biblia es un Dios congruente, quien no hace excepciones, porque todo lo que pudiéramos necesitar en nuestra vida esta considerado ya en nuestra voluntad, por ello su palabra (la de Dios) incluye miles de promesas que solo tenemos que conocer y reclamar, pero que a su vez tienen siempre una condición que es la que nos lleva a la acción, para que al prepararnos para recibir una promesa, primeramente regresemos a esa imagen y semejanza de Dios y seamos activos y dinámicos como Dios lo es y no pasivos como lo solemos ser.

Una de las características más interesantes de Dios es que Dios es un Dios territorial, y así como los reinos de la antigüedad que las historia nos cuenta, Dios está a la constante conquista y siempre está buscando expandir sus territorios y busca que seamos nosotros sus hijos quienes nos encarguemos de eso, de ir a todo lugar establecer su Reino, reclamar todo lugar para su gloria y hacer que las cosas funcionen en la tierra, como funcionan en aquel lugar donde Dios habita y esto requiere de mucha fe, como de muchas acciones, no es solo un acto de apretar nuestros ojos y alguna otra parte de nuestro cuerpo para “creer”.

Por tanto nuestra fe debe de incluir el acto físico de ir y pisar aquel lugar que queremos conquistar para Dios y también incluye que conozcamos lo que Dios ha dicho de los lugares en los que habita para que sepamos que esperar que suceda ahí una vez que hayamos conquistado ese lugar para Dios.

Dios es un conquistador y espera que nosotros lo seamos también, Dios espera que gobernemos la tierra para Él, para que un día se la podamos entregar, por tanto Dios espera que conquistemos la tierra con el conocimiento de su Reino, para que seamos capaces de distinguir sus obras en todo tiempo y portadores de su gloria por ende.

Este año en el que Dios nos pide que gobernemos y pone en nuestras manos su poder, su autoridad y su gracia, tenemos que empezar por reclamar nuestras casas, nuestros lugares de trabajo y todo lugar que Él nos indique y propiciar en ellos el ambiente necesario para que la voluntad de Dios sea hecha siempre y podamos vivir en ese Reino que Dios nos promete aquí en la tierra y no tener que esperar a morirnos para averiguar como es que era la cosa.

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