Gran tiempo  de nuestra oración lo pasamos pidiendo cosas a Dios y muchas de esas cosas que pedimos suelen no suceder o no llegar y en ocasiones nos consolamos pensando que Dios «por algo» no nos las dio o que probablemente tiene algo “mejor» para nosotros, pero curiosamente, nunca descubrimos cual fue ese “por algo” y tampoco recibimos una respuesta de Dios diciéndonos esto es eso “mejor» que tengo para ti, lo había pensado?

Y por qué Dios no habría de darnos las cosas que pedimos?, qué acaso no es un Dios bueno que quiere cosas buenas para nosotros?, que no se supone que nos ama?

La respuesta a muchas de estas preguntas, está en la definición de la palabra “bueno”, pues cada quien tiene su propio concepto de lo que es bueno, pues cada mente piensa diferente.

Bueno, normalmente se confunde con cómodo, con placentero, con abundante, pero todos esos términos, no significan lo mismo,

El diccionario nos dice que bueno significa “algo que es útil y que tiene propósito”, por tanto todo aquello que denominemos como bueno, tiene que tener un propósito y ahora si podemos usar esa palabra para adjudicársela a Dios, el es bueno, hace cosas buenas para nosotros, es decir, el tiene propósito y lo que hace y lo que nos de, tiene que tener ese mismo propósito, para que le podamos reflejar y representar adecuadamente en la tierra.

Ahora le hace mas sentido?, ahora tiene una mejor idea de como pedir cosas buenas a Dios?

Piénselo de esta manera, normalmente pedimos a Dios cosas que solucionen nuestras situaciones, pero pocas veces, pedimos cosas que nos pongan a funcionar con respecto al propósito que pudiera tener para nosotros, a veces incluso pedimos cosas que pudiéramos compartir y pareciera que quisiéramos negociar con Dios y le ofrecemos compartir lo que le pedimos, con tal de que nos lo de, le ha pasado?

Afortunadamente Dios no es así y no se deja comprar, Él tiene una visión mucho mas allá de lo que nosotros vemos, y no porque no podamos, sino porque no hemos querido verlo.

El libro de los Hechos es el libro que nos enseña a funcionar de acuerdo al Reino, es la narración donde los discípulos, ahora convertidos en Apóstoles empiezan a poner en práctica las enseñanzas de Jesús y se dan cuenta como todo lo que dijo era cierto y como el evangelio se esparcía con rapidez solo porque obedecían al pie de la letra las enseñanzas del Mesías.

La cita de hoy nos enseña algo primordial para poder entender las cosas de Dios y para orar adecuadamente, lo primero que nos enseña es que somos linaje de Dios, es decir, una vez que decidimos hacer a Jesús el Señor y Salvador de nuestras vidas, somos transformados a una nueva naturaleza y somos parte de la familia de Dios, por tanto, cuando pedimos, no lo debemos de hacer como ajenos, sino como de casa, y no podemos ir a pedir como mendigos, sino a reclamar como herederos, segundo, debemos de entender que el oro, la plata, los bienes materiales son una señal que nos sigue, lo que reclamamos y lo que heredamos es el carácter de Dios, la autoridad sobre la tierra y el poder del Espíritu Santo en nosotros, y todo lo que pudiera ser del mundo, será lógico, evidente y llegará sin esfuerzo, ya que es el respaldo de Dios.

Por tanto si usted pide a Dios cosas materiales y lo hace como alguien ajeno o como alguien que no le queda claro el término de “humilde”, lo primero que debe de hacer, es hacer como los discípulos cuando dejaron de hacerlo para convertirse en apóstoles, entenderse de casa, comportarse como de casa, hacer las cosas como se hacen en el Reino de los Cielos y verá que nada de lo que pide, le será negado, pues todo lo que piense, lo que haga y lo que diga, tendrá un propósito y será de acuerdo a la voluntad de Dios.

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