Habemos a quienes nos gusta la música clásica y nos es emocionante el descubrir a cada compositor en cada pieza que escuchamos, ayer mientras manejaba entre el tráfico rumbo a casa de mis amigos donde me hospedo, escuchaba con gran emoción una pieza de la cual estaba seguro era de Mozart, era su estilo, tenía ese toque fresco, travieso, casi impertinente, justo como lo son sus obras, no podía ser otro, tenía toda su esencia, y como acostumbran las estaciones de radio de música clásica, siempre al final revelan quien compuso cada pieza y quien la interpretó, y celebré con gran alegría el hecho de no haberme equivocado.
Cuando somos creativos, no podemos evitar dejar parte de nuestra esencia en lo que hacemos y nuestro estilo queda reflejado en todo lo que hacemos, y muchos pueden reconocerlo a simple vista, ya sea si pintamos, componemos música, si somos arquitectos y construimos y diseñamos casas y edificios, las madres tienen un sazón especial que nos hace reconocer su toque en los alimentos que nos preparan y qué se yo, todo lo que hacemos tiene algo de nosotros en ello y es lo que nos hace amar lo que hacemos.
En lo personal, me gusta diseñar cosas, y disfruto pasar horas frente a la computadora usando herramientas de diseño que sé usar empíricamente y me gusta hacer que las cosas se vean tan parecidas a como si fueran hechas por un profesional como sea posible y cuando termino lo que hice, me gusta contemplarlo una y otra vez, pues a veces me parece difícil el creer que fui yo quien diseñó una pieza, me gusta regresar a ver mi esencia en aquello que pudiera ser una simple invitación o algo complejo para algún proyecto.
Así como me sucede a mi con las cosas que diseño, o a los compositores clásicos, a Dios le sucede igual, cuando Él hace algo su huella se convierte en algo innegable, es prácticamente inevitable el reconocerle en medio de las situaciones y todo lo que pasa pareciera hacer una lógica ridícula y que se alinea perfectamente con la Biblia, y es ese momento donde nos damos cuenta que quienes vivimos una vida para Él, estamos libres de casualidades, es más, no podemos siquiera decir que nos rodean las «dioscidencias», ya que todo es tan perfecto, como el Dios quien es el autor de la situación que pasamos.
Es justo ahí, donde reconocemos a Dios en medio de su obra, cuando las cosas y las situaciones son perfectas, son eternas y tienen todas las características del Dios que las hace y sabe, lo mejor del asunto es que aunque esas cosas y esas situaciones no son solo buenas para nosotros, sino que lejos de beneficiarnos, reflejan a Dios y hablan de Él, es decir reflejan su Reino, su esencia y hace que otros lo noten, con la intención de que tornen su corazón hacia Él.
La gente cree que Dios está ahí para bendecirle y darle cosas buenas, pero sabe, no es así, es al contrario, estamos aquí para que Dios se manifieste en nosotros y que podamos reflejarle a Él, y cuando Él se encuentre a sí mismo en nosotros, nos pueda dar loor.
Loor según el diccionario es dar alabanza y elogio públicos de los méritos y cualidades de una persona o de una cosa, es decir, cuando reconocemos las obras de Dios, y estamos seguros de ellas, podemos alabarle por cada una de ellas, en otras palabras le damos loor por cada una de sus obras, pero esto no termina ahí.
Cuando hacemos las cosas que Dios espera de nosotros y cuando nos convertimos en «hacedores de la palabra», como la Biblia nos indica, Dios empieza a ver su estilo en nosotros, se empieza a reflejar en lo que hacemos, ve como su toque está en todo lo que hacemos y empieza a hablar bien de nosotros, y sabe el que Dios hable bien de nosotros provoca la famosa «bendición», que es cuando Dios habla las cosas que sucederán en nuestra vida que nos benefician.
La cita de hoy nos explica el propósito de Dios, Él espera que le demos la oportunidad de participar en nuestra vida y de hacer las cosas a su modo y con su estilo, para que podamos tener una vida que le de loor, es decir que hable de Él y que le refleje, a partir de ahí, nada nos será negado, ya que viviremos tal como Él viva y tal como Él lo planeó para nosotros, por tanto, para qué, seguir batallando?, para qué seguir haciendo las cosas a nuestro modo, si ya está más que comprobado que a su modo es mejor, no lo cree?