Cuando una persona trabaja en una empresa, es responsable de generar ingresos para el dueño de esa empresa desde el puesto que le es asignado y en términos prácticos esa persona se convierte en un Mayordomo de su jefe, a cambio de eso recibirá un salario y beneficios en caso de que su desempeño sea excelente, y a lo largo de todo el tiempo que trabaje para ese jefe o ese propietario tendrá que hacerlo con la consciencia de que administra vienes ajenos y que su responsabilidad será siempre el multiplicarlos.
Me gusta el entender las cosas desde esta perspectiva, pues Dios nos pone ejemplos en lo natural para que podamos entender lo sobrenatural, de modo que podemos entender que en esta tierra, no somos otra cosa que Mayordomos de Dios y que todo lo que pone en nuestras manos lo hace para que lo hagamos crecer y lo multipliquemos, ya sea una relación, un trabajo, un bien o cualquier cosa que reconozcamos que viene por medio de sus manos.
El problema radica que cuando oramos (que en realidad nos limitamos a pedir casi todo el tiempo), no lo hacemos con esa consciencia, presentamos necesidades delante de Dios que catalogamos como propias y no como algo necesario para que su Reino sea establecido y no tenemos un plan de como aquello que pedimos, complementa su plan y engrandece su Reino.
Si, así como lo lee, aún el tener trabajo, comprar un coche nuevo, el tener salud, el cambiarse a una mejor casa, todo lo que pasa en nuestras vidas tiene que ver con el Reino de Dios, en como es establecido y lo mas importante, en como Dios es glorificado por medio de ello, nuestra fortuna y bienaventuranza son el reflejo de Dios en nuestras vidas, y debemos no solo ser agradecidos, sino actuar con la consciencia de la responsabilidad que llevamos.
Por tanto quien reza un Padre nuestro y pide algo para sí mismo, no hace mas que perder su tiempo, esta repitiendo una serie de frases que no entiende y su efecto será nulo, note como toda la oración del Padre nuestro es progresiva y encorona su final con un “porque tuyo es el Reino, tuyo es el poder y toda la gloria”, si todo lo que oramos y todo lo que pedimos no nos lleva a Dios y a querer exaltarle, nos hemos perdido de la parte mas emocionante de Dios.
Y esto no quiere decir que debemos de hacer un terrible despliegue de humildad y tratar de ponerle un fin a todo lo que pedimos, sino más bien se trata de entendernos como parte de un Reino y como parte de un plan, para que lo que pidamos vaya en función de aquello que vivimos cotidianamente y podamos entender cada vez mas aquello que Dios pretende hacer en nosotros y por medio de nosotros.
La Mayordomía es uno de los mayores privilegios que podemos recibir de Dios, es la manifestación de su confianza hacia nosotros y el que ponga aquellas cosas importantes de su Reino en nuestras manos para que las administremos como si fuera Él mismo quien lo hiciera.
Si lo lee detenidamente, el Padre nuestro es una oración que nos equipa para funcionar como administradores de lo ajeno, en donde podemos tener todos los beneficios, pero el riesgo mayor fue quitado en la cruz, el orar el Padre nuestro no nos lleva a la tranquilidad sino a explorar nuevas y mayores etapas en nuestra vida, las cuales serán cada día más gloriosas pues todo el tiempo Dios pone más confianza en nosotros.
Le invito a que en vez de tomar el Padre nuestro como una oración con muchos elementos, la tome como una oración consecutiva y condicionante, es decir, si lo primero no sucede, lo segundo no tiene razón de ser, y notará que al final de entenderla de esa manera, no podrá evitar reconocer que todo es de Dios, todo proviene de Dios y todo lleva a Dios de manera que no tendrá ningún inconveniente en verse a usted mismo y entenderse como Mayordomo de un ser Todopoderoso que no escatima nada para poner ese poder en usted para que lo administre, y su oración deje de ser algo que tenga que ver con el pedir y sea algo que tiene que ver con el establecer y el multiplicar.