Hay cosas de la fe en Cristo que no nos son tan agradables o tan fáciles de hacer, por el hecho que involucran nuestras emociones y nuestra voluntad, el perdonar es una de ellas.

Es interesante pensar que muchas personas tienden a creer que el perdonar tiene que ver con 2 personas, el que pide perdón y el que perdona, pero sabe, no es así, es un acto personal e individual, sólo tiene que ver con el que perdona, pues es el único afectado.

Hace tiempo leí esta frase que me hizo mucho sentido con respecto al perdón: “el no perdonar es semejante a una persona que toma veneno pretendiendo que ese veneno le haga daño a otra persona”, y tiene todo el sentido del mundo, la Biblia nos habla de que la falta de perdón nos trae amargura y la amargura nos puede causar muchas enfermedades en lo físico.

El perdonar es un acto de desapego, es un acto de amor, es un acto de consciencia, y le voy a explicar cada uno de estos puntos.

Una de las cosas que nos sucede constantemente, es que cuando nos ofenden solemos guardar una herida en nuestro corazón, pero nuestra cultura nos enseña a que tenemos un cierto “derecho” a sufrir, de modo que solemos alimentar esa herida constantemente, y para ello dependemos de quien nos hirió, aunque sea en pensamiento, de manera que quedamos ligados a quien nos ofendió y en ocasiones solemos incluso provocarle para que nos vuelva a ofender y de esa manera justificar nuestra herida, le ha sucedido?, el perdón nos ayuda a sanar nuestro corazón y a romper con la codependencia que tenemos, nos hace libres y desapegados.

Normalmente solemos decir “yo perdono, pero no olvido”, pero sabe, la Biblia nos dice que Dios nos perdona y olvida nuestro pecado y luego nos enseña a ser imitadores de Él, por tanto, imagine que sucedería si Dios no olvidara nuestro pecado?, que tipo de relación tendríamos con Él?, terrible no?, creo que no podríamos ir a su presencia sin sentirnos culpables, afortunadamente, Él olvida nuestras ofensas y nos enseña a que nosotros hagamos lo mismo y nos da la capacidad de hacerlo si queremos, pero no lo hace para que seamos indiferentes luego, por el contrario, sino para que hagamos como Él hace, para que bendigamos y seamos cercanos a aquel que nos ofendió y demostremos el amor que hay en nosotros.

Por último, el perdonar es un acto de consciencia, y lo es en muchos sentidos, ya que el perdonar nos lleva a estar conscientes o bien nos enseña a llevar nuestros pensamientos más allá de nuestros sentimientos, es decir, nos lleva a hacer lo correcto por encima de lo que sentimos, nos recuerda que igual que nosotros somos perdonados constantemente, debemos de hacerlo, pero no solo eso, también nos enseña que el que nosotros perdonemos a alguien, probablemente no altere su naturaleza ni su manera de pensar, por tanto, es posible que ese alguien nos ofenda de nuevo y debemos de estar preparados, no para que nos ofendan, sino para ya no recibir esa ofensa y por así decirlo “que se nos resbale”, pues ya no nos toma por sorpresa.

Si lo nota, estas 3 características del perdón nos llevan a un mejor entendimiento de cual es nuestro papel para con las demás personas, y si lo piensa detenidamente, Dios también hace esto con nosotros, por tanto, por qué no habríamos nosotros de practicarlo todo el tiempo.

Pedro el discípulo preguntó a Jesús cuantas veces habría de perdonar a una persona, y la respuesta la conocemos todos, está en Mateo 18:22 “Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete”, y no se refiere a un número de ocasiones, sino a un acto constante hasta que el desapego el amor y la consciencia se hagan algo natural y nos hagamos inmunes a las ofensas de cualquiera y podamos impactar a las personas a nuestro alrededor con ello.

Por tanto, al orar conforme al Padre nuestro, el decir “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, trata de aquellos practican el desapego el amor y la consciencia de manera constante y tienen autoridad para venir a pedir ser perdonados, ya que funcionan de la misma manera como funcionan las cosas en el Reino de los Cielos.

Esto que le cuento no es una carga, por el contrario, es un ejercicio que nos permite ir a una siguiente dimensión en nuestra fe, en el momento que lo practique, se dará cuenta de qué sencillo es y simplemente fluirá en el perdonar y se dejará de aquellos viejos dichos que de nada le sirven.

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *