Cada vez que decimos “venga a nosotros tu Reino” contraemos un gran compromiso, a lo mejor no lo sabemos, pero así es, ya que no es que nos estemos preparando para recibir algo y tengamos que honrarlo o corresponderlo, sino que estamos poniendo todo de nuestra parte para funcionar conforme a ese Reino el cual estamos pidiendo que Dios haga descender a donde estamos.

Es sencillo de entender, ser parte de la Familia Real no es una vida de privilegios, sino es una vida llena de responsabilidades y de retos, retos pequeños, retos grandes, retos continuos, pero cada uno de esos retos significa una victoria, y a su vez esa victoria beneficia a todos los que nos rodean.

Nos tiene que quedar muy claro que no cualquiera puede hacer descender el Reino de Dios, ya que no es una situación simple o sencilla, cuando invocamos a Dios y le pedimos que haga descender su Reino, en realidad le estamos pidiendo que propicie nuestro entorno, para que las cosas funcionen de la misma manera en donde nosotros estamos, que donde Él habita, es decir, cuando menos, todo nuestro alrededor debe de santificarse y obvio nosotros también y luego, debemos hacer que eso que Dios envió dé fruto.

Es por eso que Jesús nos dejó mas que claro que habíamos de imitarle y que nuestras obras aquí en la tierra habrían de superar las suyas, ya que ahora, Él sería nuestro respaldo cada vez que invocáramos su nombre y dijéramos “venga a nosotros tu Reino”

Creo que es uno de los episodios mas emocionantes que existen cuando leemos el evangelio de Juan el Apóstol cuando dice “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12), me encanta la doble afirmación que hace para que nos quede claro, que no es opcional, sino que es nuestra responsabilidad.

Entiende ahora como todo hace sentido?, como cada vez que oramos conforme al Padre nuestro, primero tenemos que tener bien claro a quien oramos y su dimensión, segundo, tenemos que tener tal intimidad con el Padre para saber cual de sus nombres usar para poder luego hacer descender esa parte de su Reino la cual necesitamos establecer y poder nosotros funcionar de acuerdo a lo que podemos y debemos hacer, en otras palabras, por medio del conocimiento del Padre y su Reino, entenderemos quienes somos nosotros y nuestros alcances, ya que al final de cuentas, fuimos creados a su imagen y semejanza y debemos operar de tal  manera.

Reflexione en esto, ya no tenemos que pedir cosas que no sabemos si sucederán, ni elevar oraciones que no tenemos idea si serán respondidas, solo tenemos que entender que Dios pone en nosotros la responsabilidad de funcionar de acuerdo a su Reino y que para ello podemos invocar su nombre y decirle “venga a nosotros tu Reino”, de modo que podamos escuchar su voz y saber exactamente que hacer en cada situación, que emocionante, no?

Es por eso que nos es importante leer la Biblia, Jesús nos enseñó el Padre nuestro, entendiendo que nosotros entendemos lo que Él entiende y sabemos lo que Él sabe, pues Él leyó y aprendió lo mismo que nosotros debemos de leer y aprender, para que de esa manera podamos dimensionar el Padre nuestro como una oración dinámica y no una oración pasiva, que nos lleve a funcionar como el Reino en el que pretendemos habitar y no a esperar sentados algo que no sabemos si sucederá.

Espero ahora le quede claro como me quedó claro a mi, que rezar un Padre nuestro no tiene ningún efecto, pero orar conforme a este y entender que cada frase tiene una implicación en la palabra y una acción a tomar por nosotros y que de esa manera podremos entender a Dios y hacer que su poder y su efecto sean constantes en nosotros y en todo nuestro entorno.

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