Tener una relación con Dios puede convertirse en la más emocionante de las aventuras de cualquier persona, y muchas personas aseguran que es así, mas no todas tienen la oportunidad de comprobarlo, ya que no le dan a Dios la oportunidad de ser Dios para que suceda de esta manera.

Y es justo ahí donde la mayoría de las personas patinan, en el dejar a Dios ser Dios, ya que por un lado, suelen tratar a Dios como su toma pedidos, es decir, sus oraciones y las pocas conversaciones que tienen con Él están limitadas a las necesidades de esa persona y no solo eso, sino al modo en el que esa persona quiere que Dios cumpla lo que le pide, le ha sucedido?

Esto que le cuento es de lo más común y pareciera algo imposible de evitar, ya que por un lado tenemos una necesidad y al vernos imposibilitados de suplirla nosotros mismos, recurrimos a Dios para ello, pero a su vez llenamos a Dios de argumentos limitados en donde tratamos de darle instrucciones de como llevar a cabo de acuerdo a nuestra visión aquello que pedimos.

Es interesante que solemos pedir cosas limitadas a un Dios ilimitado, es decir, creemos en los milagros y creemos en Dios que los puede hacer, pero no creemos en sus modos y por ello no damos a Dios la libertad de actuar como le place, ya que no conocemos a Dios como Él necesita que lo hagamos.

Hace un par de meses he estado repitiendo esta frase que estoy seguro le ayudará a entender este concepto “la Palabra de Dios no está ahí para convencer a nadie, sino para crear”, y con esto me refiero a que mucha gente desea ser convencida por Dios para vivir de una mejor manera y ser “buena”, y esto es consecuencia de vivir en el mundo en el que vivimos, constantemente somos convencidos de otra cosa, cada día hay una nueva realidad la cual tenemos que creer.

La palabra de Dios lejos de convencernos, está ahí para crear, si lo nota usted, cada vez que Dios habla sucede algo, y como ejemplo está ahí el momento de la creación, todo sucedió por medio de la palabra y no de otra cosa, y así siguió sucediendo a lo largo de toda la Biblia, por ejemplo, cuando Dios llamó a Moisés para liberar al pueblo de Egipto, en ese momento creó en él la capacidad de hacerlo, ya que Moisés fue expuesto a la palabra de Dios frente a la zarza.

Es por eso que es tan importante que escuchemos la voz de Dios, es ahí donde suceden los milagros, es justo cuando Dios nos habla que somos transformados, y es cuando Dios pone en nosotros las facultades sobrenaturales para hacer las cosas que nos pide y que reflejan el lugar del cual venimos y donde Él habita.

Ese del cual le hablo es “Elohim” que significa el Creador todopoderoso (Génesis 1:1-3), es aquel que recurrentemente esta en proceso de creación es aquel que todo el tiempo hace cosas nuevas y que no para, es aquel que siempre es y siempre ha sido.

Cuando entramos en la presencia de Elohim es cuando aprendemos que en realidad todo es posible, pues es cuando Dios empieza a hacer cosas donde no las hay y cuando dejamos de ser limitados para vivir en una dimensión ilimitada, es cuando dejamos de depender de los recursos que vemos y que conocemos y entramos en la dimensión de un Dios que todo lo puede crear por medio de su palabra, a la cual es fiel y le da la dimensión de la eternidad.

Cuando recurrimos a Elohim, es cuando buscamos escuchar su voz y a su vez dejamos que esta nos transforme, que esa voz cree en nosotros los elementos necesarios para funcionar de acuerdo al Reino al que pertenecemos y que nos da identidad.

Elohim es esa personalidad a la que recurre Jesús en el desierto, cuando dice que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, la cual le ayudó a vivir sobrenaturalmente en el desierto, la cual le daba la capacidad de soportar y rechazar la tentación, la cual le dio la victoria antes de la batalla, la misma que anunció su resurrección venciendo a la muerte y al cual tenemos acceso nosotros también.
Elohim es la esencia del poder de Dios expresado desde su boca, es aquel que nos lleva a la dimensión donde todo es posible y donde todo conviene a los que aman a Dios.

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