Imagine que alguien le da a usted de manera confidencial la dirección del hombre mas rico del mundo, es mas, atrévase a imaginar que le dan una copia de la llave de su casa, que haría?, iría y lo visitaría?, ya que este ejercicio es algo hipotético, creo que yo iría a casa de ese hombre, me instalaría en una de las recámaras y pretendería ser su hijo, como decimos en México “chicle y pega”, no lo cree?
Obviamente esto no funciona ni siquiera en nuestra mente, por más que lo intentemos, no habría manera de que una persona con tanto dinero y es más, no tiene que tener dinero, nadie reconocería a alguien ajeno como su hijo, solo porque apareciera en su casa y pretendiera que ahora es parte de su familia, no lo cree?
Es obvio que ni usted ni yo recibiríamos a alguien en casa ni lo llamaríamos hijo si no lo fuera, algo similar pasa con Dios, con la diferencia de que tenemos acceso a hacernos hijos por medio del nacer de nuevo y de reconocer a Jesús como nuestro Señor y Salvador, ahora el detalle ya no es ser hijos, sino funcionar como tales.
Así como hay reglas en nuestras casas y crecimos bajo ellas, en la casa del Padre las hay también y son reglas poderosas y nada flexibles, ya que debemos de entender que por medio del nuestro nuevo nacimiento fuimos equipados con la capacidad de funcionar como hijos, para que lo fuéramos de una manera gloriosa como el Padre lo es y que nadie se atreva a cuestionar nuestro parentesco.
Es por eso que el hacer oraciones como el famoso “Padre Nuestro” no es cualquier cosa, estamos declarando frente al mundo que somos hijos y no nos podemos dar el lujo de hacer quedar mal al Padre, decir “Padre Nuestro” tiene una gran implicación, por un lado lleva la sangre de Jesús implícita, es decir el reconocimiento de que su muerte fue por nuestra causa y también quiere decir que actuamos como Él, ya que es el hermano mayor al que decidimos imitar.
Muchas personas repiten el Padre Nuestro como una frase que nos “acerca” a Dios, pero no no lo hace, solo hace falta el escuchar, el leer y el entender palabra por palabra, para entender que así como Jesús que es de casa la expresó, espera que nosotros seamos de casa para que podamos usar la oración y tener el mismo efecto que Él tenía cuando la usaba.
Juan 14:21 dice: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a Él”, eso quiere decir que aunque la salvación es por gracia, es decir por amor, a partir de ese momento las cosas corren por nuestra cuenta, una vez habiendo nacido de nuevo y recibido un espíritu, tenemos que empezar el ejercicio racional de la fe y debemos de empezar a comportarnos como hijos, acatando las reglas de la casa y correspondiendo al Padre del cual dependemos para todo a partidor de ser hijos.
Y por favor no crea que se la estoy poniendo difícil, mi intención es que aprendamos tanto usted como yo la seriedad que implica el ser hijos, el que aprendamos a decir esta oración tal como la dijo Jesús, con la misma profundidad, con la misma seriedad y con el mismo efecto eterno.
Que importante es entender que la oración del Padre Nuestro no depende de Dios, sino de nosotros, de entender lo que decimos y de que nuestra vida avale cada una de nuestras palabras, no lo cree.