Ayer tuve la oportunidad de dar una clase a un grupo de jóvenes y les hice un pequeño test para dejar en claro la necesidad de conocer a Dios.

Era mi primera vez entre estos chicos y lo primero que pregunté fue “quien ama a Rene?” dentro de las personas de este grupo, a lo que ninguno levantó su mano, pues no me conocían, luego pregunte “quien se considera amigo de Rene?”, a lo que la respuesta de nuevo fue nula y la explicación era la misma, a lo que luego pregunté “quien ama a Dios?” y todos los jóvenes levantaron su mano, y mi pregunta favorita salió a lucir como siempre “quien ha leído la Biblia?” a lo que de nuevo ninguna mano se levantó.

Al darse cuenta de esto, los jóvenes se sentían un poco avergonzados, pues les expliqué lo difícil que es amar a alguien a quien no conocemos, y sabe, de alguna manera todos tenemos la ilusión de amar a Dios pues hemos escuchado de Él toda nuestra vida, pero en realidad no tenemos idea de quien es.

Como usted se imaginará, hubo algo de resistencia a creer esto que le comparto, a lo que tuve que demostrar al grupo que tan poco conocían a Dios, dándoles datos importantes como el hecho de que la Biblia relata que Adán y Eva no fueron los primeros seres sobre la tierra (Génesis 6) entre otros.

Esto que le cuento, no es algo fuera de lo común, por el contrario, existe un gran grupo de personas que dice amar a Dios y que no tiene idea de quien es Él, por ello siempre he dicho que no se puede amar a alguien a quien no se conoce, no lo cree?

Afortunadamente o desafortunadamente para aquellos que no tienen disposición para hacerlo, solo se puede conocer a Dios de una sola manera, leyendo acerca de Él, y no porque haya quien así lo diga, sino porque ese mismo Dios al que muchos dicen amar, así lo dispuso y posteriormente dijo “aquel que me ama, me obedece”.

No existe tal cosa como el “ser buenos” para demostrar nuestro amor a Dios, si hemos de ponerle nombre a cada cosa, eso no es mas que lavar nuestra consciencia y pretender seguir adelante como si nada hubiese pasado, no lo cree?, y aunque nosotros insistamos en pensar que si, la verdad es que Dios todo lo que nos pide es que le obedezcamos a Él.

Por tanto aquel que decide vivir su vida “a su modo” y tener una relación con Dios “a su manera”, estará sujeto a las consecuencias de ello y esto no quiere decir que esté mal, solo que su efecto será limitado de acuerdo a lo que nos es prometido, así que debemos de tener cuidado.

El problema de no conocer a Dios por medio de su palabra es que empezamos a hacer las cosas de acuerdo a como lo sentimos y de acuerdo a como vamos entendiendo a lo largo de nuestro caminar y corremos el riesgo de caer bajo nuestra propia opinión y las circunstancias, de modo que de pretender “ser buenos” podemos pasar a todo lo contrario sin darnos cuenta, todo por creernos mas listos que Dios o por el hecho de que nos vamos haciendo tolerantes y flexibles con nosotros mismos y sin darnos cuenta, nos hacemos incluso descarados.

A pocos les interesa este hecho, hasta que se dan cuenta de que cabe la posibilidad de que así como nosotros rechazamos a Dios y las cosas de Dios, así nos pueda Él desconocer, pues a pesar de que siempre creímos que hacíamos las cosas bien, tal como nosotros le negamos, así  hará Él.

La cita de hoy es una de esas que evito, y no es que evite el leerla, sino que evito cumplir, me asusta el hecho de convertirme en un hacedor de maldad por pura ignorancia, por tanto, me apuro o como bien me ocupo en conocer a Dios, en escuchar su voz a diario y asegurar que no es mi mente, ni mi fantasía quienes tienen una relación con Él, sino mi espíritu de acuerdo a lo prometido en la Biblia que es mi mejor parámetro.

Hay un dicho muy famoso que usamos cuando queremos algo bien hecho y decimos que queremos las cosas “como Dios manda”, me llama la atención que involucremos a Dios para justificar nuestras ganas de excelencia, cuando normalmente nunca sabemos que ha dicho Dios y que es aquello que manda, no lo cree?

Por tanto, si nunca lo había hecho, conviértase en un hacedor de verdad y no un hacedor de maldad, deje de opinar acerca de los asuntos de Dios y vaya y consúltele primero a Él por medio de su palabra y luego fórmese un criterio, no vaya a se que lo desconozcan por no saber.

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