Es interesante el entender como es que nuestra mente nos traiciona en ocasiones y nos hace ver cosas que no son o cosas de un modo que no hace sentido para nadie mas que para nosotros mismos, y no es hasta que le damos oportunidad a Dios de entrar en esa área de nuestra vida que la verdad es revelada y es nuestra decisión el hacer algo para que pueda ser cambiada esa situación.
Existe una confusión en los términos que usamos, normalmente a las personas explosivas, corajudas o que hablan mu fuerte y se enojan con facilidad les denominan de “carácter fuerte”, siendo que en realidad es todo lo contrario, ya que detrás de ese carácter explosivo y que pareciera tajante, hay una personas en extremo inseguras y que se usan esas actitudes como escudo y que los demás no vean quienes son en realidad, en otras palabras, la mejor manera para describir a esta persona es como una persona con “carácter débil”, y no con la intención de exhibirlas, sino porque al entender como son las cosas, podemos orar adecuadamente y hacer un plan para ayudarles.
Existen tantas actitudes raras que usamos para disfrazar y esconder a quien en realidad somos, como si actuáramos todo el tiempo, eso con el tiempo se va convirtiendo en algo muy cansado y poco fructífero, tal como en la cita de hoy.
Creo que todos, si no es que la mayoría hemos escuchado o leído la historia de la cita del día de hoy, una hermana afanada y trabajadora, y la otra que solo se sienta a los pies de Jesús, a pasar tiempo con Él.
Si lo vemos, Marta no estaba haciendo otra cosa que una labor de ventas, es decir estaba tratando de impresionar a Jesús con algo que en realidad no era ella, ella pretendía que Jesús admirara sus servicios hacia Él y que le reconociera en público por ellos y eso es fácil de entender, ya que era mas fácil impresionar a alguien sobre la tierra, que tomar tiempos en intimidad con Dios, es decir, Marta quería escuchar de los labios de Jesús o de quien fuera que la había visto lo que no era capaz de escuchar en silencio en la intimidad con Dios y las palabras que no era capaz de repetir frente al espejo,
María su hermana por su parte, estaba atenta ala voz de Dios, y su espíritu identificó la voz del Espíritu que habitaba en Jesús y supo que a lo que venía este era a convivir y no a que le atendieran ni a que lo impresionaran.
Esto que hizo Marta no es nada raro, ni nada fuera de lo común, por el contrario, es algo que hacemos todo el tiempo, si no lo cree, solo piense en sus tiempos de oración, no hemos terminado de sentarnos en el lugar donde hemos decidido orar y ya han pasado por nuestra mente y nuestro entendimiento cientas si no es que miles de palabras que a lo mejor no hagan todo el sentido del mundo, pero que en conjunto se escuchan muy bien, siendo que no nos damos cuenta que estamos en presencia del Rey de Reyes y Señor de Señores y esto significa lo siguiente.
Cuando vamos a la presencia de un Rey aquí en la tierra, hay todo un protocolo que seguir, es decir, no podemos ir vestidos como querramos, ni podemos entrar ni comportarnos de cualquier manera, por el contrario el protocolo siempre va a incluir una instrucción que diga “No se dirija al Rey, hasta que no le sea dada la palabra”, genial, no?, con Dios hacemos las cosas simplemente al revés.
Nosotros entramos a la presencia de Dios con la intención de que nuestras palabras impresionen a Dios, nos hagan ver de una manera como no somos y todo esto con la intención de que todo lo anterior provoque el escuchar la verdadera voz de Dios, mientras que en realidad el entrar a la presencia de Dios en silencio sin nada que decir, solo con la intención de escuchar su voz nos dará esa libertad de escucharle y entender que Él tiene cosas mas interesantes que decirnos que lo mucho o poco que pudiéramos llegar a contarle, teniendo en cuenta que Él ya sabe que es lo que tenemos que decirle, siendo que Él es Dios y todo lo sabe.
Marta se perdió de la oportunidad de que Dios la validara y le dijera lo que opina sobre ella, es decir, ella prefirió forjar su propia identidad que se vino abajo en esta visita, mientras que María escribió su nombre en los anales de la historia, poniendo ejemplo a miles de lo que Dios espera que hagamos cuando vamos a su presencia.
Esta ahora en sus manos el decidir que es lo que hará, cómo es que procederá y en donde buscará quien es usted y cómo es que se convertirá en esa María para dejar de ser la afanada Marta que no sabe quien es y que trata de montar una historia, tratando de impresionar al único que no puede hacerlo, siendo que es omnisciente.