Ayer tuve la oportunidad de dar una clase acerca de la oración y me vinieron a la mente muchas cosas que considero son indispensables para que ésta (la oración) sea adecuada, y tenga una respuesta de Dios.

Una de las cosas que mas frecuentemente hacemos es el orar sin esperar una verdadera respuesta de Dios, es decir, hay quienes piden durante su oración, pero no están seguros de que recibirán lo que piden o bien esperan como respuesta el cumplimiento de aquello que piden, pero no una respuesta de Dios en sí, de hecho creo que son pocas las personas quienes esperan escuchar a Dios y esperan una respuesta mas allá de un si o un no, curioso, no?, siendo el Creador del Universo, de lo visible y lo invisible, no le atribuimos mas que 2 palabras a su boca y no esperamos entablar una conversación con Él.

Obviamente Dios pretende hablar con nosotros, pero el detalle está en que muchas veces Dios nos es tan ajeno que no tenemos idea de acerca de qué podríamos hablar con Él, asombroso, decimos amarle, nos decimos cuidados por Él, nos decimos bendecidos por Él, pero no sabemos como de qué hablaríamos con Él que no fuéramos nosotros mismos, wow!, el puro mencionarlo me viene como balde de agua fría a la cara.

La realidad es que la relación mas egoísta que tenemos es la que tenemos con Dios, ya que en la mayoría de los casos es unilateral, pero eso no quiere decir que no tenga remedio, no tenemos que ser “súper espirituales” para escuchar la voz de Dios, ni ser especiales para que podamos cambiar las cosas, lo único que tenemos que hacer es el aprender a pensar como es que Dios piensa y a hacer las cosas como Dios las hace y listo, obvio para esto y como siempre lo digo, nos es necesario leer la Biblia, para aprender mas sobre Dios y aprender sus modos que definitivamente son mas efectivos que los nuestros.

La cita de hoy nos habla sobre esas oraciones que jamás serán respondidas y que abundan en lo que llamamos “intimidad” con Dios, que a veces parece mas una broma que siquiera una relación, y por favor no me lo tome a mal, pero creo que sólo llamando cada cosa por su nombre nos quedará claro que es lo que necesitamos para llegar al siguiente nivel.

A las oraciones no contestadas, sólo les falta una sola cosa, y esa cosa se llama propósito, en otras palabras, en el momento que aquello que pedimos se alinee a los planes de Dios en ese momento podemos pedir todo lo que querramos y tendremos la garantía de una respuesta, es decir, en el momento que pidamos mas allá de solo nosotros, entonces empezaremos a ver las cosas como Dios las ve y empezaremos a ver respuestas reales.

Pero ojo!, no se confunda, no piense que pedirle un millón de dólares a Dios para compartirle la mitad a los pobres entra dentro de esta categoría de oraciones con propósito, ya que una oración con propósito no acepta chantajes, conveniencias ni verdades a medias, una oración con propósito va alineada al corazón de Dios, tiene su fundamento en el amor verdadero y en la entrega total, cuando esto se da, estamos pensando como Él y empezaremos a actuar de la misma manera, y no todo tiene que ser un sacrificio, pero si debemos de tener la voluntad en caso de que Dios así lo requiera.

Si lo nota, la oración es algo más fácil de lo que muchos piensan, pero a su vez es algo mucho mas serio de lo que muchos imaginarían, ya que no es una oración con “Chuy” o con “Diocito” (o como se escriba), estamos hablando con el Unico, con el Todopoderoso, ante el cual se arrodillan Reyes y Monarcas y al que el mismo Satanás teme, al que no podemos hacer ni pequeño, ni familiar, el que siempre es porque es y que todo lo puede, porque la creación está bajo su mano y sin su voluntad, nada sucede, así de simple.

Por tanto, nuestra primer preocupación al orar es asegurar que ésta (nuestra oración) tenga un propósito y un sentido y que este tenga relación con la palabra de Dios, una vez contemplado esto, no hay cosa o persona en el universo que se nos ante ponga.

Esa es la diferencia entre una oración simple y una oración con respuesta, todo se encuentra en el cómo expresamos nuestra fe y en qué es lo que creemos, en el que nuestra oración tenga un propósito y se alineado a Dios y no al revés, una vez logrado esto, no hay quien nos detenga porque en definitiva vamos de la mano de Dios.

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