Muchas personas tienen la idea de que la ley es limitativa, y hemos aprendido a vivir por encima de la ley, es decir, siempre estamos buscando la manera de incumplirla, ya sea excediendo el límite de velocidad en las calles o en las carreteras, tratando de pagar los menos impuestos posibles o no pagándolos si se puede y que sé yo, todo pareciera indicar que le ley nos amarra y no nos deja ser felices, siendo que fue diseñada para todo lo contrario, la ley fue hecha para que caminemos tranquilos y para que en todo tiempo tengamos la condición necesaria para vivir en bendición.

Cosa curiosa es que a veces consideramos como bendición aquellas cosas que nos ayudan a rodear la ley, y creemos que Dios nos ayudó o intervino, cuando le aseguro que no fue de esa manera.

Es por eso que Dios decidió enviar a Jesús, para ponernos el ejemplo de que si se puede caminar y vivir bajo la ley sin quebrantarla y de esa manera vivir bajo constante bendición, para dejar claro que puede haber una vida sin límites en términos de bendiciones, prodigios y señales si lo deseamos, pero que todo el beneficio viene de la ley y no de la gracia, ya que la gracia fue hasta después de que Jesús se entregara en la cruz.

Aún así Dios decidió darnos la gracia por medio de la sangre de Jesús, es decir, nos dio una “ayudadita”, en otras palabras, por medio de su sangre quitó el efecto del pecado de nuestras vidas para darnos la condición para que la bendición se pudiera derramar en nosotros y empezáramos de nuevo a reflejar el Reino y de esa manera pudiéramos empezar a vivir en santidad, es decir apartados.

Cosa curiosa, ya que santidad y apartados son lo mismo, y Dios por medio de Jesús propició que pudiéramos regresar a nuestro estado original de santidad, pero para que podamos mantener ese estado, tenemos que vivir de acuerdo a la ley, no con sacrificios de redención pero si bajo rectitud, ya que la intención de los sacrificios del antiguo testamento no eran porque a Dios le agradaban, sino que eran para que el hombre pudiera regresar a su estado de apartado, la sangre de Jesús hace exactamente lo mismo, esa es su intención y ese es su objetivo, pero ambos, tanto los sacrificios para redención como la sangre de Jesús nos preparan para vivir de nuevo bajo la ley, y eso lo vemos cuando Jesús sana al paralítico que le bajan por el techo, le perdona sus pecados y le dice “no peques más”, lo único que define el pecado es la ley.

El que vive bajo la ley vive sin temor, el que vive bajo la ley tiene consciencia de aquello a lo que tiene derecho, por tanto su oración es certera y sabe exactamente el alcance que tienen sus peticiones y sabe como será su mañana, el que vive bajo la ley tiene libertad al moverse porque sabe que no hay nada reprensible en él.

Cosa interesante es el entender las cosas desde el punto de vista de Dios, ya que nuestra perspectiva cambia, y vemos las cosas desde la dimensión amplia de Dios, vemos las cosas desde el lado ancho y no del lado angosto, y empezamos a caminar con confianza sabiendo que hay una verdad avalada por un Dios que le da identidad a esa verdad contra la cual no hay que se le oponga, ya que es firme y tajante de modo que brilla por si sola, y como la misma palabra de Dios los dice, nos hace libres, ya que nos muestra la condición y la consecuencia y nos da la libertad de escoger lo que haremos y vivir de acuerdo a las consecuencias (recuerde que consecuencia no es siempre algo malo) de nuestras decisiones.

Es por eso que tenemos que conocer la ley, para poder aprender a amarla y para que podamos entender que aquel que ama la ley, ama la vida y que la gracia será el efecto sobreabundante que nos ayudará a entender lo que no nos es perceptible a primera vista y no entendemos de primera mano, así de simple.

Hay quienes escudan sus acciones bajo la excusa de vivir bajo la gracia y no bajo la ley, quien así piense, debe de leer mas allá de un solo versículo, la Biblia es un libro coherente y Dios no escribiría una ley para luego desecharla, la ley es apenas el punto de entrada y la condición mínima para recuperar nuestra identidad, ya que no hemos sido diseñados para pecar y ser perdonados, sino hemos sido diseñados para ser gloriosos y llevar una vida tan buena y aún mejor que la de Jesús según sus propias palabras, si hacemos tal como Él nos enseño.

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