A veces me es difícil el responder a las preguntas de las personas sin parecer rudo y no porque sea yo grosero, sino porque a veces no hay manera de suavizar las cosas que son más que evidentes, y se lo voy a explicar.

Una de las cosas que no podemos evitar en la vida es el dejar ver en nuestro rostro cuando estamos enamorados, está usted de acuerdo?, nuestro rostro no puede evitar el brillar de una manera especial y todos a nuestro alrededor notan que caminamos como entre nubes, nuestro humor cambia y hasta lo vemos todo de una manera mas positiva y curiosamente hasta nos volvemos irritantemente cursis a los ojos de los demás, a poco no?

Definitivamente el enamorarnos es algo bueno, cuando menos cambia todo nuestro esquema de vida por un tiempo y si somos sabios para administrar esa relación podremos vivir en ese estado de manera permanente, soy testigo de ello, muchos de mis amigos cercanos viven así, aún sus problemas entre ellos son deliciosos de observar por la manera amorosa como los resuelven, sin importar cuanto tiempo tengan de casados.

Curiosamente este tipo de emociones y estados de ánimo no se pueden disimular, como tampoco se pueden fingir, es decir, no podemos evitar el que se nos note, pero tampoco podemos pretender hacerlo, es algo que nos es natural y que viene de nosotros.

Cuando pienso en esto, con Dios nos pasa exactamente igual, de hecho, la Biblia relata que el rostro de Moisés resplandecía tras haber estado en la presencia de Dios y dice incluso que quienes les habían escuchado, hablaban como quienes fueran amigos, es decir, Moisés no podía evitar el mostrar que había estado con Dios, como tampoco podía fingir su intimidad para que los demás creyeran en su relación con Dios.

Esto es interesante, pues hoy en día, una de las cosas más comunes que suceden, es que las personas se esfuerzan de una manera asombrosa por demostrar una “espiritualidad” que en realidad no tienen y hablan de su intimidad con Dios como si existiera, y no crea que pretendo juzgar a nadie, pero no dejo de preguntarme porqué lo hacen, siendo que debe de ser mas cansado el armar y mantener la fantasía acerca de tener intimidad con Dios, que ser honestos e ir delante de Él y simplemente dejar que nos bendiga, no lo cree?

El estar en la presencia de Dios es similar a que un hombre se encuentre en una tienda de electrónicos con una tarjeta de crédito ilimitada, no va a comprar lo que siempre deseó, ni va a comprar el televisor de moda, lo va a comprar simplemente todo, pero sabe, hay quienes dicen entrar y salir a la presencia de Dios y regresan con las manos vacías.

Hace ya un par de meses estoy dando un curso sobre un libro acerca de la visión que Dios tiene para nosotros (Chazown) a un grupo de personas, y les preguntaba en nuestra clase de anoche si el haber descubierto la visión que Dios les dio había cambiado su intimidad con Dios, ya que si ese plan que Dios les dio no cambiaba nada, entonces algo estaba mal, ya que por el hecho de descubrir su Chazown, su dependencia de Dios tenía que incrementar radicalmente por la consciencia del plan perfecto de Dios.

En la mayoría de los casos, la respuesta fue afirmativa, empezando por la frecuencia y la intensidad de los encuentros con Dios, pero hubo una respuesta que me cautivó y me inspiró a escribir estas líneas, y esa respuesta fue: claro que mi relación con Dios ha cambiado, he aprendido a no regresarme con las manos vacías, el tiempo con Dios es tan precioso como para no traer nada de regreso.

Cuando tenemos un verdadero encuentro con Dios, dejamos de ser nosotros y dejamos de funcionar como nosotros, ya que la presencia de Dios nos transforma, nos regresa al estado original en el que fuimos creados, es decir, nos santifica y todo nuestro ser funciona como funcionan las cosas en el Reino de los Cielos, por tanto es algo que se debe de notar, y es justo cuando estamos en presencia de Dios que las cosas importantes se vuelven mas importantes aún, ya que se alinean con el plan de Dios.

La cita de hoy habla acerca de el encuentro de Jacob con el Ángel de Dios, y como no pretendía desaprovechar esa oportunidad, es decir sabía que había santidad suficiente en el como para estar en presencia de Dios, sabía que no hay casualidades en el Reino de los Cielos y que no se había encontrado con el Ángel por error, ahora solo era cuestión de decidir si quería seguir siendo el mismo Jacob de siempre o iba a permitir que Dios le transformara y saben, tomó la segunda opción y esa decisión hizo que su nombre sea recordado hasta el día de hoy.

Por tanto, lo mismo que le pasó a Moisés y lo mismo que le pasó a Jacob le puede pasar a usted, o bien puede seguir engañándose a usted mismo y pretender que su relación con Dios es buena o  simplemente hacer eso que dentro de usted sabe que debe de hacer (seguramente es la voz de Dios quien le hace saber lo que tiene que hacer) y empezar a dejar notar los inevitables efectos de Dios en usted, que el enamoramiento que hay entre usted y Dios sea tan agradable a la vista que sea incluso contagioso y que nuca regrese de esa asombrosa presencia con las manos vacías, sino llenas de los efectos de aquel lugar, no para usted, sino para todos aquellos que le rodean.

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